jueves, 14 de mayo de 2015

BREVE HISTORIA DEL TABACO.

Breve historia del tabaco:



La historia del tabaco y de los fumadores, parece ser que empieza en América, cuando los primeros conquistadores españoles al contemplar algún tipo de ceremonial o culto, vieron a unos indígenas exhalar por narices y boca cierto humo que habían aspirado de una especie de tubo o rollo de hierbas encendidas. Se dice que fue un tal Rodrigo de Jerez, quien trajo a España las primeras hojas de la planta que cultivaban los indios, aunque pasados unos años el británico Walter Raleigh, en uno de sus viajes por la costa norteamericana, (concretamente en Virginia) obtuvo la planta de tabaco, lo cultivó y elaboró, introduciendo la novedad de fumar. A Raleigh, le supuso la felicitación y premio de la Corona Británica nombrándole Sir, pero a Rodrigo de Jerez le cayó la condena de la Inquisición, por considerar el tabaco un producto del maligno.
Considerado como un vicio exclusivo del varón, inicialmente se fumaba en pipa, manifestándose mas tradicionalmente entre las gentes de mar, marineros y trabajadores de los puertos, en parte también como presunción de haber viajado por los mundos exóticos.  En poco tiempo pasó a ser consumido por comerciantes y burgueses, fundamentalmente en tabernas y casinos, pero en los siglos posteriores, fue creciendo su dependencia o moda entre las diversas clases sociales introduciéndose las variantes de cigarros puros y primeros cigarrillos. En España, en 1630, empezó a funcionar la mayor manipulación del tabaco del mundo en la Real Fábrica de Tabaco de Sevilla y poco después, surgieron diversas factorías en Europa.
Ya en pleno siglo XVII se expendía tabaco, con receta o permiso médico, en locales cerrados (estancos) puesto que algunos galenos le atribuían algunas facultades curativas o paliativas. Cierto tipo de hombres con trabajos rudos, ( quizás imitando a peruanos y bolivianos con la coca), consumían tabaco de mascar, por proporcionar un supuesto alivio físico contra el cansancio ya que producía mucha salivación, siendo usado también como hemostático para la cicatrización de heridas. Igualmente se popularizó el rape o polvillo del tabaco, (inicialmente una frívola moda de la corte francesa), puesto que se decía que aliviaba los dolores de cabeza y bajaba la tensión arterial.
En el siglo XX, aparecen los cigarrillos elaborados mecánicamente, (blended) principalmente con mezcla de tabaco rubio americano, procedentes de Kentucky y Virginia y en los frívolos años 20, es cuando la mujer empieza a fumar públicamente, como una mas de las superficiales posturas snob de la época y también como evidencia de una ya indiscutible rebeldía femenina.
Al pairo de este ya reconocido y extendido hábito, empiezan a aparecer profusos utensilios y accesorios para el fumador: pipas de diverso material, boquillas cortas y largas, pitilleras de plata o cuero, encendedores de todo tipo, cortadores de puros, etc., así como numerosos tipos de maquinas y útiles para elaborar cigarrillos en casa, incluso pequeñas esterillas y alfombrillas.
En España y prácticamente hasta los años 60, el tabaco rubio casi solo era consumido por la siempre ansiosa clase media, falsa y disimuladora de su oculta penuria, pretendiendo diferenciarse de la casi totalidad de la gente mas humilde o sencilla, obreros, trabajadores y campesinos, quienes fumaban tabaco negro de picadura llevado en petacas de cuero y de la que se sacaba una pequeña porción, colocándolo en el cuenco de la mano y envolviéndola sobre un papel especial muy fino, dándole mas o menos una forma cilíndrica y mojando finalmente con la lengua el borde engomado. Después y con cierta calma, generalmente se encendía con un chisquero o encendedor de chispa con mecha de yesca, sobre la que se soplaba ligeramente para avivar la brasa.
En esos tiempos, ese lento y pausada ceremonial, habitualmente se compartía con algún compañero como un símbolo de amistad o servía de motivo para iniciar una conversación con un desconocido y durante muchos años, el ofrecer tabaco a los presentes, era una casi obligada formula de convivencia, estando muy mal visto el que alguien encendiera un cigarrillo sin haber hecho previamente tal gesto.
En nuestro país, durante muchos años fue la Compañía Arrendataria de Tabaco la que tenia la autorización exclusiva para elaborar este producto (ya considerado como de consumo reconocido) siendo los estancos también los únicos establecimientos autorizados para su venta, que lucían en el exterior el cartel Tabacalera S.A. y el numero de expendeduría dentro de una bandera nacional, aunque era del dominio público que camareros, limpiabotas, piperas y otros múltiples tipos de vendedores semi clandestinos, vendían a un precio ligeramente superior cigarrillos, cajetillas o puros, generalmente procedentes del contrabando confiscado por policía y carabineros.
Los varones, al cumplir los 18 años, tenían derecho a disfrutar de la cartilla de fumador y gozar de los beneficios de un racionamiento semanal, con el que se podía adquirir paquetes de picadura, papel o cigarrillos de hebra. En casi todas las casas, aunque los hijos no fumaran, el padre hacía uso de ese privilegio exclusivo del varón, ya que en aquellos años del franquismo, en los que el disimulo y la hipocresía eran asignaturas de uso obligado, aunque aún no estaba muy bien visto el que las mujeres fumaran en lugares públicos, salvo las criticadas como frívolas y coquetas liberadas, que consumían los aromáticos cigarrillos rubios americanos,
Gran parte de los jóvenes actuales se sorprenderían si supiesen que, tan solo un par de décadas atrás, se permitía fumar en hospitales, clínicas y consultas médicas, salas de espera, grandes almacenes, locales comerciales, taxis, cabinas telefónicas, restaurantes y bares, aviones, trenes y ascensores y aún mucho más en salas de fiestas, cabarets, pubs y discotecas, haciendo también uso desconsiderado consentimiento en el Congreso de los Diputados e incluso en los colegios, institutos y guarderías era habitual que el maestro o el profesor fumara en las clases delante de los alumnos y que las monitoras lo hicieran estando con los pequeños. La prohibición de fumar, quedaba únicamente para los transportes urbanos, interior de las salas de cine o teatro y la cabina de los camiones que transportaban mercancías con alto riesgo de explosión o incendio.
También resulta ahora incomprensible saber el que, en las grandes catástrofes, terremotos o inundaciones y particularmente a los soldados en el frente, los servicios de auxilio y socorro, además de mantas, medicinas y víveres distribuían tabaco, al considerarlo como una normal necesidad reclamada por los afectados.
Norteamérica propagaba orgullosamente el “sueño americano” en sus películas y en las actividades que manifestaban habitualmente los tan envidiados e imitados protagonistas mas activos y audaces, estaba el continuo consumo habitual del alcohol y el tabaco, incluso entre plato y plato de una comida formal en un restaurante, a demás de que otra de las liberaciones ganadas por la mujer, estaba el que habían conseguido el derecho a fumar públicamente sin que se las criticara como atrevidas o marimachos, siendo en la actualmente mas consumidoras que los varones.
Mas o menos a partir de 1960, el consumo de tabaco fue aumentando de una manera vertiginosa al incorporar filtros a los cigarrillos, ya que en esos tiempos se había empezado a hablar sanitariamente de los posibles perjuicios y daños de la nicotina, por lo cual todas las marcas, principalmente las americanas, se gastaron enormes cantidades de dinero en hacer gran propaganda de las ventajas de sus respectivos tamices, aunque ocultaban maliciosamente las docenas de aditamentos que les iban incorporando, tales como aromatizantes, colorantes, ansiolíticos, etc., algunos de ellos tan peligrosos y nocivos como la propia nicotina.
Las organizaciones y autoridades sanitarias fueron gradualmente aconsejando el menor consumo de tabaco y tratando de que el propio fumador lo controlara y disminuyera conscientemente e incluso se obligó a que en cada cajetilla, junto con una calavera, figurara la amenaza: el tabaco mata, puesto que la vida estresada de muchos trabajadores, ejecutivos e incluso estudiantes, llevaba a muchos fumadores a un consumo tan apremiante, que ni tan siquiera eran conscientes de su progresiva dependencia, en gran parte debido a los aditivos y al mimetismo colectivo, considerando que en bares, restaurantes, discotecas y otros lugares de afluencia de publico, el nivel de humos solo causaba una ligera molestia para los no fumadores, al igual que un suelo abundante en cáscaras, servilletas y colillas era otro símbolo de nuestra españolísima libertad de actuación.
En los últimos años, por los estudios y experimentos realizados por investigadores y las numerosas experiencias y testimonios de médicos y cirujanos de todo el mundo, se había comprobado y demostrado que, además del enrarecimiento y contaminación ambiental de las grandes ciudades, el consumo habitual de tabaco suponía un potencial riesgo de contraer serias enfermedades respiratorias y coronarias, cultivando una gran influencia en el desarrollo del cáncer de mama, pulmón, labio, próstata, etc., pero que además, aquellas personas pasivas que estaban en un ambiente de fumadores, igualmente podían verse seriamente afectados por los humos nocivos.
Incongruentemente, fueron los norteamericanos los primeros que legislaron y restringieron el fumar en lugares públicos cerrados, con unas normas drásticas y sanciones muy duras para los contradictores. Casi a continuación, el resto de los países considerados como civilizados, adoptaron medidas similares con mayor o menor contundencia y empezaron a surgir grandes polémicas y contradicciones en los medios de comunicación, ya que la prohibición, no se refería solo al consumo, sino que también afectaba a la propaganda en imagen y sonido y a la venta a menores.
Resulta denigrante y ridículo el ver a gente adulta fumando ansiosamente un cigarrillo en los portales, patios o en pequeñas zonas determinadas externas, pero paradójicamente La Comunidad Autónoma de Madrid, estuvo pensando en solicitar una autorización especial para poder fumar en el confuso y soñado Casino EuroVegas, puesto que les parecía lógico y consecuente que un jugador que busca una quimérica suerte en cualquiera de las diversas modalidades de juego, tuviera que consumir casi compulsivamente alcohol y tabaco. También resulta vergonzosa la hipócrita actitud de algunos políticos y ejecutivos que lucen ufanamente un hermoso veguero, como icono del poder y la opulencia, aunque ese producto proceda de un país boicoteado, aislado, censurado y criticado por su atraso y pobreza.
Con objetivos diametralmente opuestos, los científicos, médicos, sociólogos, psicólogos y diversos analistas de los fenómenos sociales, aseguran que el consumo de tabaco y alcohol están muy relacionados entre sí y que cada vez son mas proclives a una creciente dependencia, siendo consecuentemente mas numerosos los individuos que posteriormente se pasan a las diversas drogas que circulan en determinados lugares de ocio, subrepticiamente introducidas por los mismos personajes poderosos que se dedican al tráfico, contrabando y distribución de toda clases de sustancias, prohibidas y perseguidas.
Últimamente se esta considerando que los gobiernos democráticos lleguen a promulgar leyes prohibiendo taxativamente la venta y consumo del tabaco, hasta considerarlo hipócritamente como un delito grave, al ser un producto que afecta peligrosamente a la salud pública, pero que supone una constante entrada de dinero por los impuestos que lo gravan, aunque es también muy considerable el gasto que supone el tratamiento y curación de los afectados, pero rápidamente y muy posiblemente inventados y comercializados por las mismas compañías distribuidoras, han aparecidos los llamados cigarrillos electrónicos, que no contienen tabaco aunque si una pequeña proporción de nicotina y otros elementos aromatizantes supuestamente inocuos y con las cuales ese vicioso consumidor virtual podrá aliviar su ansiedad, exhalando un ligero e inofensivo vapor que posiblemente le permita alternar en locales y establecimientos cerrados.
Antes de pensar en volver a autorizar el uso público del tabaco, posiblemente sería mas deseable que la sociedad y la medicina llegaran a conseguir la muerte digna y la eutanasia en los casos de enfermedades dolorosas de larga duración y de imposible recuperación, pero aún debiera mucho mas apremiante, el que los gobiernos presuntamente civilizados y democráticos dejaran de vender, mas o menos ocultamente, armas y material bélico que real y verdaderamente matan, a ciertos países habitualmente enfrentados y cuyos supervivientes, además, quedarán endeudados por largo tiempo.





CARLOS RODRIGUEZ-NAVIA.


Madrid, Diciembre 2013




EL ANGUSTIOSO PASO...








EL ANGUSTIOSO PASO...




Hacía poco mas de una hora que habían dejado su automóvil en el aparcamiento y al ir a recogerlo, estando delante de la maquina de abonar el importe, no recordaban exactamente el lugar en donde lo habían dejado.

- Si, yo creo que es esta planta, pero… ¿tienes la tarjeta a mano?

- La tengo aquí en el bolsillo de arriba, pero déjame algo suelto para pagar, pues no tengo mas que unos céntimos..

Ella abrió su bolso, saco el monedero y después de rebuscar, le entregó una moneda de dos euros.

En ese momento, un gran resplandor, seguido de una impresionante explosión, empujó a ambos con una tremenda fuerza, hacia la pared del fondo. Prácticamente al mismo tiempo, un crujido encadenado fue derribando pilares, vigas y techumbre, acompañado de un inmenso colchón de humo, polvo, plásticos y pequeños objetos que fueron invadiendo totalmente el espacio, produciendo una total oscuridad, entre la que borrosamente destacaban algunos chispazos y llamas. 

La primera sensación que tuvo fue la de que se estaba despertando de un sueño, del que conservaba un profundo zumbido en su cerebro, y el impreciso recuerdo de una luz cegadora, con una fuerte onda expansiva que le había afectado a todo su cuerpo. Aun nervioso y excitado por la verosimilitud de la pesadilla, abrió los ojos, al tiempo que notaba en sus labios una tremenda sequedad. Su corazón latió violentamente al no percibir luz ni forma alguna y aunque volvió a intentarlo, apretando primero los párpados y abriéndolos luego muy lentamente, su resultado fue el mismo: no veía absolutamente nada.

Tampoco oía mas que el penetrante zumbido interno, que le producía un agudo dolor en el tímpano. Su olfato percibía una densa mezcla de olor a gasolina quemada, humo y polvo y sobre todo el cuerpo notaba una tremenda presión y un intenso dolor general, como el de infinidad de pinchazos de pequeños cristales clavados, por lo cual pensó que estaba padeciendo uno de esos calambres fuertes o que se le había dormido algún músculo; el sabía que, en ocasiones, un exceso de potasio, podía producir durante el sueño unos espasmos musculares muy dolorosos, incluso prácticamente paralizantes.

Aliviado por este explicación, pretendió incorporarse lentamente, pero su cuerpo no solo no consiguió el menor movimiento, sino que le produjo tan inmenso dolor en todos los huesos, especialmente en la espalda, que le hizo intentar emitir un grito, pero su boca parecía estar llena de polvo y no tenía ni la menor gota de saliva; moviendo la lengua de un lado a otro, solo consiguió masticar arenisca y hacerla crujir entre sus dientes.

Se propuso serenarse y buscar una explicación, relacionando aun su situación, con el sueño del que se acababa de despertar.

Pretendió respirar mas profunda y lentamente, pero a la tercera expulsión del aire, le vino a la boca una repentina bocanada de sangre, que casi le ahoga y que difícilmente pudo dejar caer por uno de los lados de su cara; como médico, sabía lo que podía significar y entonces un helador respingo recorrió todo su espina dorsal, cuando a tremenda velocidad, empezó a encadenar y asimilar inmediatamente los hechos sucedidos, con lo que él había pensado que era solo una mera pesadilla. Recordó entonces nuevamente el resplandor, la explosión, el fuerte impacto y la oscuridad de su mente y un terror inmenso se apoderó de él, intentando de nuevo levantarse violentamente, pero su inmovilidad era absoluta, salvo un ligero movimiento lateral de su cabeza y de la mano izquierda, que parecía poder gozar de cierta libertad de actuación, aunque con algo que le atenazaba el brazo.

Igualmente se fue dando cuenta de que, al emitir los jadeos respiratorios, recibía una inmediata respuesta de su aliento, mezclada con un fuerte olor a cemento, con lo que dedujo entonces, mas aterrorizado aún, que debía de estar totalmente sepultado y que un muro de hormigón o algo parecido estaba a menos de diez centímetros de su cara.

También se percató de que su cuerpo se estaba enfriando lentamente y entonces su mano libre se movió violentamente arañando ansiosa todo lo que abarcaba, pero un dolor añadido se le apareció, al desprendérsele algunas uñas, dejando los finales de los dedos en carne viva, además de que, por tanto mover desesperadamente la cabeza de un lado a otro, se produjo un tremendo dolor en la nariz, al chocar con algo muy duro.

- Esto es el fin.- se dijo, y de pronto, volvió a recordar el momento de la explosión y se acordó de su mujer. Sus labios intentaron gritar su nombre, pero no logro emitir mas que una especia de soplido y que se le llenaran mas de polvo sus dilatadas pupilas.

Pensó que, dado su evidente agnosticismo científico, aquello podía ser un castigo de algún dios, posible conocedor de su casi infantil fobia a sentirse oprimido, atado o inmovilizado, pero su lógica racional le llevó a rechazar tal pensamiento, puesto que no podía creer, que caso de haber un dios, éste pudiera ser tan vengativo, tan rencoroso o tan cruel, como para poner a tan dura prueba a un débil ser humano. 

Como racionalista contumaz que era, decidió aceptar con realismo su situación. Lo primero que debía de averiguar era su estado personal, sus daños y su posible resistencia: aire, aunque enrarecido, parecía que no le faltaba, pues ya hubiera tenido que haberse asfixiado en caso de estar totalmente sepultado. Por otro lado, salvo alguna posible rotura de costillas y su consiguiente influencia en los pulmones, solamente notaba algo ligeramente caliente y viscoso resbalando por la pierna izquierda, que le dolía de una manera especial, de lo que dedujo que tendría algún tipo de herida incisiva, aunque que no le preocupaba demasiado, comparada con su posible situación general,

Su preparación psicológica, le hizo recordar las diversas reacciones que ante el miedo se producen en todos los animales, incluido el hombre: el rechazo de la realidad..., la lucha inmediata contra quien lo provoca..., la entrega o sumisión ante el causante..., la posibilidad del suicidio o auto inmolación... y el intentar calmarse y analizar, lo mas fríamente posible, la situación.

Resolvió, que la mas lógica y posible era la de relajarse y esperar a que llegase alguna ayuda; alguien tendría que haber visto la explosión y empezarán los trabajos de búsqueda de personas, puesto que es un gran aparcamiento y se supone que habrá afectado a bastantes usuarios; así pues resolvió que habría que ver lo que se puede aguantar, para lo cual era absolutamente preciso vencer la natural tendencia al pánico y llegar a tranquilizarse en lo posible, como para poder pensar en las posibilidades de supervivencia.

Intentó recordar sus cursos de relajación cuando practicaba el yoga y aunque no había llegado a un dominio total, no disponía de otro sistema para impedir la desesperación; decidió aflojar los músculos en lo posible, ahorrar energía y tratar de conseguir los mínimos ritmos respiratorios y cardíacos para reducir la tensión arterial, aunque el problema mas difícil, era el controlar la mente y lograr contener la ansiedad, el miedo y la angustia.

Con relativa dificultad, fue reduciendo paulatinamente su ritmo metabólico, llegando a oír con toda claridad cómo los latidos de su corazón iban disminuyendo de intensidad y que incluso el zumbido interno y el dolor de oídos, parecía que se iban amortiguando sensiblemente. 

Dirigió sus pensamientos hacia un paisaje paradisíaco, casi siempre idealizado en su mente: una verde y mullida pradera, en donde se encontraba descansando desmadejadamente bajo un frondoso árbol y por el que a través de sus hojas se filtraban algunos rayos de sol, junto a un cantarín riachuelo que circulaba suavemente. A su lado, contemplándolo calladamente, estaba su mujer con una mano posada sobre su brazo izquierdo. De lejos, le pareció oír unos ladridos de perro y percibir una ligera racha de aire fresco... 

Con en un reposo casi total de los músculos y con la mente relajada, se fue olvidando del espacio y el tiempo, sin preocuparse ni calcular en donde estaba y si pasaban horas o solamente largos minutos, pues parecía haber logrado una auto hipnosis y un cierto grado de inconsciencia, llegando a la pérdida de contractilidad de los músculos y alejando la mente de la angustiosa realidad.

De pronto, volvió a sentir los ladridos aún más cercanos, al tiempo que le caía algo de polvo y percibía unas ráfagas de luz, hasta que un nuevo golpe en la cabeza y una vibración en todo su entorno, le sumergió de nuevo en la oscuridad y la inconsciencia.


El equipo de rescate, enfocando todas sus luces hacia la zona señalada nerviosamente por los perros, fue extrayendo piedras y escombros con delicada celeridad, encontrándose con un cuerpo inerte, totalmente blanco, lleno de polvo y cemento, que difícilmente se distinguía entre todo el material que le rodeaba. Parecía un guiñapo desmantelado y en algunas partes se percibía una espesa pasta formada por arena y sangre. Rápidamente le pusieron una mascarilla con oxigeno, al tiempo que le cortaban las ropas de su pecho y le auscultaban el corazón.

Muy poco después y cuando acabaron de quitarle todo el escombro de encima, el hombre aun no había reaccionado. 

- Ha debido dejar de respirar hace tan solo un par de minutos- dijo uno de los facultativos, poniéndose en pié.

Cuando ya iban a cubrirlo con un dorado papel térmico, se percataron de que, en su brazo izquierdo, tenía aferrada una seccionada mano femenina y que debajo de la mano derecha, apareció una moneda de dos euros.







CARLOS RODRÍGUEZ-NAVIA.


Madrid, 31 Diciembre 2006





LOS MONOS ¿IMITAN AL HOMBRE?


LOS MONOS, ¿ IMITAN AL HOMBRE ?..


A pesar de las múltiples investigaciones de antropólogos y naturalistas y de su ininterrumpida búsqueda de datos para encontrar los verdaderos orígenes del hombre, excluidas las creencias y los mitos de las diferentes religiones, hasta ahora sigue siendo válida la teoría de la evolución en cadena de las diferentes especies de los seres vivos, teniendo en cuenta su mayor o menor estabilidad y las variaciones y mutaciones que se producen, después de millones de años, debidas en gran parte a la forzada adaptación a sus circunstancias, formas de alimentación, desvíos genéticos, etc.. Con esta teoría fundamentalmente darviniana, muy resumida, se viene a llegar a la conclusión de que al final de una larga cadena familiar de primates, prosimios, antropoides, etc., se encuentran el homo habilis, el homo erectus y el homo sapiens, etc. como, de momento, la derivación posterior de lo que, por abreviar, mas común, familiar y malamente, llamamos mono..

Los defensores de las leyendas de Adán y Eva, entre otras razones mas serias, aseguran que ese mal considerado antepasado, no ha logrado evolucionar en siglos. Ante tal afirmación, tendríamos que admitir que por supuesto ningún homínido ha logrado construir rascacielos, ni taparse con ropa y ni tan siquiera ha descubierto el fuego, pero también podríamos argumentar, de manera un tanto simplista, que cabe la posibilidad de que en su pensamiento, muy encubiertamente, no se hayan planteado esas necesidades y sigan manteniendo otra forma de vida mas feliz y mas adecuada a su entorno, puesto que solo imita o adopta ciertas condiciones que le sean favorables o divertidas, rechazando rotundamente todo experimento o privación de su libertad. En cualquiera de las casos y respetando toda investigación o convicción, es muy probable que estas actitudes sean similares al distinto planteamiento que existe entre las personas que piensan y buscan la verdad: hay quienes indagan e investigan los orígenes de las religiones, leyendas y mitos para intentar llegar a una fluctuante verdad con su incertidumbre constante, e irrefutablemente también hay otros que escuetamente buscan confirmar o reafirmarse en las creencias y devociones heredadas, sin querer discurrir, para mantener una feliz tranquilidad con premio asegurado por su fidelidad a la única verdad.

Buscando ejemplos comparativos de comportamientos, en un sentido figurado y crítico, podemos encontrarnos con casos evidentes y bastantes numerosos de personas de diferentes etnias con aparentes niveles de instrucción aceptable y con sus permisibles criterios sobre la personalidad, que sin embargo prácticamente actúan compulsívamente como los monos, o enfocado de otro modo, que suelen hacer lo que a ellos les parece que hace el mono imitando al hombre. Haciendo uso de un humor un tanto festivo y burlesco, podríamos acercar a la memoria algunos casos corrientes y comunes, algo caricaturizados, para intentar corroborar, cómo algunas actitudes de cierto tipo de personas, pueden producir seria dudas sobre quien imita a quien.

Nada tan parecido a un babuíno enfurecido, como la actitud de cualquier conductor, ante un atasco prolongado. ¿Pueden competir las miradas inexpresivas y la actitud babeante de los macacos despiojadores, con la de millones de personas que miran los anuncios de la TV con la cuchara a medio camino de su boca..?. El iracundo grito y el tamborileo en el pecho del orangután en celo, se quedan chiquitos junto al alarido y gestos del forófo que ha visto fallar un penalti a su ídolo de calzón corto. Tampoco podemos olvidar las contorsiones, muecas y piruetas de los gimnastas y atletas, para conseguir una décima de segundo menos o un centímetro más, que pueden resultar más jocosas que los alegres saltos de la Chita con Tarzán... Y ya, sin la menor frivolidad, podríamos finalizar analizando los “espectáculos” que nos ofrecen frecuentemente las pantallas de televisión, en las que solemos contemplar pasivamente como en casi todos los países y estados, hacen demostraciones de fuerza y dominio, mostrándonos con orgullo a sus respectivas masas uniformadas y descerebradas, incluso llamadas de élite, que han sido entrenadas para actuar con mas crueldad y furor que una irritada familia de mandriles acosados y hambrientos.

En nuestra vida cotidiana y dentro de una gran parte del comportamiento popular, con irrespetuosa comicidad y patética vergüenza, se puede observar el modus vivendi de cierto tipo de Homo sapiens faber, que está en continua evolución y revolución para remedar con admirable rapidez a la gran etnia norteamericana, quienes prácticamente parecen ser los que, en menos tiempo en la Historia, han despreciado a sus tatarabuelos monos, usándolos después en cohetes y laboratorios; se han olvidado de sus abuelos indios encerrándolos en alejadas reservas y han domado y moldeado a sus padres europeos, seduciéndolos con sus costumbres y con la tarjeta de crédito, librándose definitivamente de sus ataduras selváticas para convertirse en el mas perfecto y avanzado prototipo de Homo Oeconomicus

. En nuestro variopinto país, en donde convivieron durante siglos mas de tres culturas,( por supuesto también primitivamente descendientes del mono, pero con distintas circunstancias y condiciones), hemos logrado mantener vivos algunos usos y costumbres, enraizadas por la experiencia secular de haber resultado idóneas y adaptadas a nuestro temperamento y geografía. La dieta mediterránea, la conversación al aire libre, la siesta, etc., aún perduran, e incluso bastantes forasteros que nos visitan o que se establecen aquí, se han percatado de lo beneficioso y saludable que resultan, además de mejorar las relaciones y vivir con un mayor optimismo, reconociendo que el mejor método para reproducirse con éxito, es adaptarse al medio ambiente.

Pero también, desgraciadamente, gran parte de nuestro pueblo ha perdido y olvidado otros hábitos y prácticas, por creerlas incompatibles con el progreso y la evolución, sustituyéndolas por el puro papanatismo de hortera y la soberbia emulación del nuevo rico.

Y así como ocurrió, con menor repercusión, con el sombrero de paja, la boina, el bocadillo de anchoas, la bota de vino o el liar cigarrillos a mano, que se fueron dejando atrás por ser consideradas etapas de subdesarrollo y de una humillante condición social, casi a continuación y con mucha mas transcendencia, se fueron relegando otras dignas condiciones humanas muy propias y arraigadas, por tratar de imitar a ese otro tipo de monos ultramarinos, algo mas grandes, mas dominadores y que además, parecían superiores, mas eficaces y avanzados.

La hospitalidad, la camaradería y el compañerismo, la solidaridad, el respeto, la sobriedad, la hidalguía, la cultura y hasta nuestro humor, reconocidos y admirados durante décadas como valores y peculiaridades distintas en cada región…, casi todas esas características, a pesar de o quizás, por haber pasado por etapas de escasez y dificultad a gran escala, se fueron desmoronando y despreciado por una ridícula emulación grotesca de lo foráneo.

El pantalón tejano, la bebida en lata, y las hamburguesas, fueron los primeros signos externos inocentes para conseguir la liberación del mono y mas adelante, con la adquisición del automóvil, dejó de deambular en grupo y desenfadadamente con las extremidades y lo cambió por ser un viajero enlatado, entre independientes pero apretadas manadas, que se comunican por medio de bocinazos y miradas biliosas, desarrollando aún más la envidia comparativa. Posteriormente y con gran rapidez, se institucionalizó el trabajo en equipo empleando zancadillas y codazos, junto con la agresividad, la rivalidad sin misericordia y la ambición sin barreras, primándose como condiciones indispensables para una carrera ascendente personal, según los consejos de los asesores de empresas que se presentaron como magos del progreso burocrático y mercantil. El ser objeto de envidia, el presumir de derroche y la prisa por consumir el ultimo producto salido del mercado, se fue hermanando y asimilando como un estimulante práctico para elevar el nivel social y económico, proporcionar un buen puesto de trabajo y asegurar un porvenir mas próspero, más alegre y sobre todo mas parecido al ejemplar americano, que logró dominar y eliminar a balazos a King Kong, el gran mito desarraigado de su ambiente, que había llegado a enamorarse, e incluso a llorar.

El desprecio, el bulo y la calumnia junto con el cotilleo, el comadreo y el chismorreo chabacano, ya se presentan en los medios de comunicación, como ejemplos de eficacia investigadora y símbolos de libertad de expresión, aún utilizando sistemas que atentan contra los derechos más personales e íntimos, pero consiguiendo, por puro mercantilismo, que muchos exhiban miserias propias y ajenas, en pro de la fama y la popularidad. 

Los valores considerados anteriormente como inseparables del honor y del compromiso, pasaron a conceptuarse como anclajes y frenos del pasado, cuando los incentivos, los estímulos y las comisiones con condiciones, también formaban parte de la marrullería y del lenguaje comercial más actual y dinámico.

Había que dejarse de andar por las ramas. Había que imitar, admitir y acoger sin reflexión, todo lo que nos ofrece el sueño americano, con alegría y complacencia por ser condición indispensable del progreso mismo y de quienes marcan sus pautas, adoptando esa torpe obsesión ciega que le impide reconocer los errores y sus efectos y además no comprendiendo o despreciando a quienes censuran o rechazan tales tentaciones.

En los momentos actuales, en todo nuestra geografía, a pesar de existir leyes suficientes y organizaciones mentalizadas sobre la conservación del medio ambiente, realmente ya casi no queda autoridad local ni pueblo sensible, que ponga coto a la continua invasión de espacios considerados como pulmones vitales de la propia Naturaleza, puesto que lo único que intuyen es que, de momento, eso les proporcionara popularidad y grandes beneficios económicos. 

Con creciente velocidad se van deteriorando valles, montañas, bosques, playas, ríos y hasta la atmósfera misma está gravemente dañada. Se desarrollan urbanizaciones monstruosas en zonas casi desérticas o campos de golf en lugares en donde la precariedad del agua es más que evidente. Se derriban palacetes, casonas, casitas, frontones, mercados, pequeños comercios, talleres de artesanos, etc. para levantar magníficos y altísimos edificios en los que se hacinan las gentes y a donde los servicios de emergencia no pueden llegar. Entidades bancarias y grandes almacenes (los mismos y únicos), han ido arrinconando y desplazando a negocios más modestos y a oficios tan nobles como la alfarería, la ebanistería, la forja, el bordado, etc. a cambio de un creciente numero de técnicos parados, desilusionados y desmotivados, pero con relucientes títulos, certificados y masters y que en su propia desesperación y total olvido del pasado, llegan a culpar de su situación a la desatendida llegada de emigrantes del tercer mundo..., a los monos menores.....

Y una gran parte del pueblo, felizmente ofuscado, sigue adorando nuevos ídolos, adquiridos por unas sumas de dinero que no conseguirían varias generaciones de trabajadores, contemplando arrobados, entretenidos y divertidos como unos manejan sus piernas en el campo de fútbol; como artistas hacen reventar coches, aviones y personas en las pantallas o como cantantes sucios y disfrazados de pobre, actúan ante miles de jóvenes rebeldes, indisciplinados, independientes e inconformes, pero también inconsecuentes, que pagan cantidades elevadas por escucharlos en apretadas masas, desenfrenadas y atontadas por los watios, el alcohol y las drogas... aunque en otro momento, algunos de ellos sean capaces de exigir a la sociedad que se contribuya con el 0,7.....

Y muchos padres, pusilánimes, intransigentes o gazmoños se indignan con aquellos profesores que intentan dar una educación sensata y una formación humanista a sus mimados hijos púberes, llevándolos sin embargo a parques temáticos y atracciones, en donde se paga por pasar miedo y terror o para disparar con armas electrónicas de tremendo realismo, a invasores marcianos.





Y bastantes países, con gobiernos democráticos, abiertos y tolerantes, gastan dinero público, para advertir de los peligros del tabaco, previamente bien grabado con lógicos impuestos y sin embargo, disimulan y ocultan la fabricación de armamento, municiones y material militar, así como sus oscuros destinos y sus irremediables consecuencias.

Actitudes semejantes, caricaturizadas o no, se han ido extendiendo por el primer mundo durante los últimos años, en los que, disfrutando de una especie de paz aparente, arropada por el consumo ciego, el resplandor, la velocidad, y la felicidad virtual, se ha conseguido que la realidad de otros mundos, la carencia, la sed, el hambre y la progresiva miseria, no sean mas que meras visiones inoportunas y desagradables, introducidas a ráfagas, entre constantes anuncios e imitables mamarrachadas. 

Y lo malo de todo esto, no es que seamos o no seamos monos o primates o personas.. Lo grave es, que parece que nos entendemos cada vez menos aunque los medios de comunicación sean mayores. Que nos tratamos menos aunque cada vez estemos mas apretados y que dedicamos menos tiempo a conocernos, a convivir y a compartir, aunque vivamos muchos mas años y tengamos mas de todo. No hay que poseer una gran cultura ni una formación académica, para saber que la independencia no quiere decir que no se necesite de las demás o que el despilfarro sea el mejor símbolo del progreso,,,, y quizás, muchos dirigentes, necesitarían hacer una pequeña reflexión para advertir, que el hombre fue progresando cuando aprendió a ser más gregario, a compartir, a dosificar y a distribuir su bienestar entre todos, impulsado a seguir discurriendo constante pero serenamente y por ende, a admitir esas posibilidades en otros....porque el desprecio a los demás o el gobernar amparado en el poder y basados en el miedo, no es mas que otra regresión, otro paso atrás, al horror y a la miseria silenciada.

Pero lo peor de todo es que, si comentas con muchas personas estas inquietudes y zozobras que te asaltan con bastante frecuencia, te pueden amargar aún mas la existencia, tratando de desengañarte de los grandes peligros que tienen esos conceptos de universalidad y de hermandad utópica y además te advierten, que saben de muy buena tinta que, cuando el gran jefe del Homo Americaniensis se enfada y se cabréa, empiezan a mostrarte en la televisión aviones, barcos y tanques con cabezas atómicas de muchos megatones, además de satélites con rayos láser, que podrían hacer estallar en mil pedazos este globo azul que gravita tranquilamente por el Universo, para que así, después de vista y comprendida la enseñanza, llegues a adorar y admirar la responsable actitud y la mano firme de ese gran chaman que, con solo apretar un botón, puede mandar a hacer puñetas, miles de años de evolución...

Y con todo eso, se puede conseguir que muchos crean que él es la mano de Dios... y que podrían volver los dies irae, el castigo del Diluvio, Sodoma y Gomorra, aún mejorados, ampliados y televisados en directo, con las mejores técnicas del mono avasallador, depredador y engreído que incluso se cree muy humanizado y evolucionado.


¿Realmente, es el mono un imitador del hombre?............... 





CARLOS RODRIGUEZ NAVIA.

Octubre 2002



El hombre ambicioso y el mono, se parecen en que...
cuanto más suben, mas enseñan el trasero. 

Bacon.

REAL SOCIEDAD REAL





REAL SOCIEDAD REAL 





Como se dice siempre... desde que el mundo es mundo y el mono era ya casi humano, posiblemente ya existieran las injusticias, las envidias y las burlas, pero cuando aun no sabían hablar, trataban de hacerse entender entre ellos bufando, gritando y agrediéndose con mamporros y golpes de hueso, siendo el que salía mejor parado, quien se quedaba convencido de su superioridad y atribución del mando, ante los lamentos y gemidos del vencido. 


El alarido, debería ser tratado con el respeto y la seriedad debida, puesto que, con sus variedades tonales y volumétricas muy posiblemente fue la primera manifestación fónica individual o colectiva del Homo Sapiens, que ha llegado integra hasta nuestros días, prácticamente en sus dos variantes principales, totalmente opuestas: el clamor de protesta por el dolor, el hambre y la injusticia, y el grito de triunfo o victoria, acompañado de los golpes de pecho del resistente abusón. 


En el caso primero, el autor de un grito emitido a una velocidad media de 330 metros por segundo en medio de la sabana, no tenía demasiadas expectativas de ser escuchado, porque además de hambriento o dolido, posiblemente estuviera débil, y aún constituyéndose en grupo y aumentando su intensidad, las posibilidades quizás fueran aún menores, puesto que al ser mayor el numero de demandantes, el problema resultaba mas difícil de solucionar por parte de los oyentes, quienes obviando cualquier intención de alivio, estarían bastante mas preocupados por su propia supervivencia. Aún no tenían muy arraigada la compasión, aunque actualmente, también en gran parte, se sigue poniendo oídos sordos a millones de lamentos de semejantes, que no llegan a los mínimos de alimento, salud y dignidad. 


Sin embargo, el grito de triunfo, emitido generalmente por el vencedor después de una masacre, en no pocos caso si pasaría a la Historia, ya que esa expresión victoriosa, se ha llegado a perpetuar plasmado en forma de coronas, cetros, arcos de triunfo, monumentos, esculturas, etc., con una desproporción casi infinita con respeto a los quejidos de los que reclamaban ayuda. Para mantener la soberbia y el vanidoso orgullo, siempre hubo más cómplices que para escuchar los lamentos, aunque los griegos, poseedores de una gran cultura y sensibilidad, denunciaron en su teatro las grandes tragedias del pueblo. 


Como defensa ante los castigos, penas, penitencias desproporcionadas y otras malicias cotidianas, se fueron inventando, para propia satisfacción y molestias al oponente, palabras y vocablos mal sonantes, groseras y procaces, que fueron pasando a posteriores generaciones tradicionalmente por vía oral, proporcionando jugosas frases al pueblo, con respecto a la protesta contra el abuso y la opresión. 


Pasado mucho tiempo, ya en la Edad Media, llena de reyezuelos, nobles, religiosos y déspotas de todo tipo, las diferencias sociales y culturales se acrecentaron, con lo cual, también se manifestaron mas las ganas de despotricar y criticar a la tiranía, lo que hizo enriquecer mas el dialogo con vocabularios nuevos, al contar con la colaboración inestimable de juglares, buhoneros y cómicos. Pero cuando la escritura y la expresión gráfica llegaron a los conventos, los monjes que transcribían las historias y leyendas, no se atrevían a dejar plasmados ciertos epítetos insultantes en los escritos y solamente algunos mas osados hacían dibujos groseros y representaban obscenidades con expresión de estar gritando o aullando, atribuyéndoselas siempre a figuras deformes, animales o demonios. Por parte del pueblo, solo algún anónimo "letrado" rebelde, osaría dejar algún pasquín en lugar visible. 


Así fueron pasando los años. La aparición de la imprenta, supuso un paso gigantesco a la difusión de la cultura y el pensamiento, pero tuvieron que pasar bastantes lustros, para que aflorasen los críticos y las opiniones encontradas, hasta que empezaron a aparecer las primeras máquinas y elementos que facilitaron la comunicación y el intercambio de ideas y culturas, aunque la miseria y el dolor, seguía ocultándose y apartándose de los favorecidos, para no incordiar su conciencia. 


La cruel Revolución Francesa, la no menos drástica Revolución Rusa, o la aparentemente lejana de Mao, apenas separadas por un par de siglos, ocurrieron a causa de la ruptura del encadenamiento continuo de injusticias, miseria e ignorancia. La andrógina personificación perfumada y divinizada de la corona francesa, al igual que la estirada, derrochadora y cruel figura del Zar o los intocables mandarines, (casi todos escogidos por la divinidad y protegidos por los parásitos beneficiados), cayeron ante guillotina, paredón o cuchillo de una forma inhumana, sangrienta y revanchista a manos de unas multitudes ya cansadas de gritar, vociferar y aullar su abandono y olvido, pero cuyos ecos llegaban a la Corte, matizados y apagados por la dulce música de Mozart o Rimsky. Una vez más, la justicia popular se manifestaba de manera devastadora y aleccionadora hasta que la Libertad la Igualdad, la Fraternidad, empezaron a ser considerados como derechos inherentes a todas las personas. 


A partir del siglo XIX y sobre todo el en los XX, y XXI, los hombres listos y aplicados, enroscaron mas la mente, se fueron ampliando los medios de comunicación, se perfeccionaron las técnicas y se consiguieron mas posibilidades de que los pueblos nos acercáramos, nos conociéramos mas y hasta que intercambiásemos materias y alimentos que mejoraran las condiciones de vida, aunque algo mas calladamente también casi todos los países seguían fabricando o adquiriendo armamento a costa de inversiones ruinosas, en contra de la voluntad de una mayoría silenciada. 


La prensa, el teléfono, la radio y la televisión, al tiempo que el automóvil, el avión, etc., acortaban distancias, ampliaban conocimientos y posibilidades e incluso con la casi institucionalización de la enseñanza y la proclamación universal de los derechos humanos, ya parecía que el hombre había iniciado seriamente un proceso de civilización y educación sin fronteras, si bien las dos grandes guerras y las invariables guerras, guerrillas y enfrentamientos "menores", habían demostrado que, los siempre ocultos instigadores y promotores beneficiados por ellas, seguían manteniendo y ampliando su bienestar, desmigajando esporádicas ayudas y quiméricas ilusiones participativas entre el pueblo idiotizado y absorto en un supuesto bienestar, mientras que los gritos de angustia del desempleado, del hambriento , del desahuciado o del despojado seguían teniendo mucho menos alcance y trascendencia que esas frecuentes algaradas y bullicios de quienes adoraban a efímeros ídolos dioses y talismanes creados por el poder. 


Y en esa nuestra sociedad occidental, ya bien acomodada y comunicada, aparece un curioso y alarmante fenómeno de inversión: el Súper Homo Sapiens, se va separando entre sí, habla cada vez menos y se dedica a ver, oír y soñar ambiciosamente en todas las aventuras y posibilidades de progreso y lujo que se le muestra en las pantallas. Se introduce prácticamente solo en un vehículo, protestando contra la lentitud de los peatones que se mojan bajo la lluvia y cuando usa los transportes colectivos, se coloca unos auriculares y se aísla de sus compañeros de viaje o se dedica a mandar mensajes en el móvil, pero si es joven y aún le quedan restos de sociabilidad, se pasa algunos ratos con los amigos en un ruidoso Pub, comentando las últimas trivialidades a gritos, aunque casi nadie se entera de nada. Además, hasta se va olvidando el lenguaje, ya bastante empobrecido y se aprende la iconografía y la codificación, al estar cada vez está mas tiempo trabajando con el ordenador o tontamente sentado delante de la televisión, tragándose hasta los anuncios de comidas para gatos; no conoce, ni trata, ni le interesa saber nada de su vecino, salvo si cambia de coche. La política, le parece aburrida además de confusa y no sabe como participar en ella. No le dirige la palabra al camarero que le sirve el desayuno y ni tan siquiera soporta al compañero de trabajo, que en lugar de informarle de los próximos puentes festivos, necesita hablarle de sus problemas personales. 


Automóvil y ocio ruidoso, parecen ser las metas prioritarias en parte de la juventud actual. La vivienda, la familia y la cultura, son dejadas para más adelante y las miserias del mundo, quedan aún más lejos. No pocas denuncias y quejas de los murales y graffiti llamados populares, no suelen ser más que meras presunciones estilísticas y afanes publicitarios y también duele reconocer que en gran parte de las manifestaciones y huelgas también hay un trasfondo de manejo sindical, con calculadas influencias partidistas y compensaciones mercantiles. 


La libertad en una democracia es un derecho que parece permitir grandes coyunturas pero al mismo tiempo tolera y comete enormes despropósitos en la aplicación de la igualdad de oportunidades, puesto que los marginados, los emigrantes y los que tienen que trabajar 16 horas al día, no tienen mucha cabida en los medios de difusión, mas dedicados a mostrar las redondas pechugas de Miss Albacete, la sencillez del afamado político de la oposición comiendo lentejas o a introducirnos entre los cotorreos de artistas de medio pelo, que descubren las arrugas, pelucas y operaciones estéticas de alguna colega en decadencia . 


Aquel ilusionado y victorioso grito de TIEEERRAAA, de Rodrigo de Triana, pudo mucho mas en la Historia, que el clamor y llanto de los miles de indígenas que después fueron esclavizados o exterminados, pero unos cuantos siglo después, la prolongada y ridícula exclamación de un GOOOOL consumado por un futbolista millonario, tiene mas poder penetrante en la sensibilidad ciudadana que la fugaz visión del llanto de centenares de palestinos que han perdido familiares o su mísera vivienda tras un desproporcionado ataque. Vergüenza y aversión deberían manifestar los medios de difusión cuando difunden imágenes de las quejas y protestas por la persecución y exterminio de focas y ballenas, en comparación con la indiferencia que se manifiesta con quienes acogen, atienden y confortan a los cientos de engañados que llegan en pateras o pasan a través de cortantes alambradas ateridos de frío, muertos de hambre y miedo. 


No hay duda de que todo es importante y que todo puede ser motivo de emoción o de reacción, pero en una sociedad que se considera civilizada, debería exteriorizar mas abiertamente una escala de valores, prioridades y necesidades para ese ciudadano que bosteza, asegurado, situado y tranquilo se percatara de que, en gran parte, también es coautor y responsable de muchas de las quejas, voces, gritos y clamores que continuamente nos llegan como denuncia de la terribles diferencias que aún existen en nuestro mundo y que aún mas grave es que, nuestro entorno mas inmediato, justamente a nuestro lado, existen problemas de todo tipo en vecinos, conocidos, amigos e incluso familiares, que por no escucharles con la debida atención, no buscarnos complicaciones o pretextando un gran respeto a la intimidad, disimuladamente dejamos que se deslicen, musitando, como mucho, una especia de oración o sentimiento penoso e incluso esperando ingenuamente que se produzca una milagrosa solución. 


Y no queremos convencernos realmente de que si colaboramos con nuestro cómodo silencio, nuestra ignorancia, indiferencia o marginación, somos igualmente mantenedores, protectores o instigadores de todos los dominadores que triunfan apoyando sus garras en las espaldas de quienes tenazmente demandan la mas vital atención. 










CARLOS RODRÍGUEZ NAVIA. 


Set. 2003 


TEMPUS FUGIT

TEMPUS FUGIT


Me habían jubilado por tener los 65 años, aunque en el homenaje de despedida me dijeron que estaba con plenas facultades físicas y mentales. 

Aún recuerdo aquellos años en los que, cuando veía a los viajeros de un autobús meter su billete con toda parsimonia en el cancelador y ese momento el conductor, repentinamente, hacía una salida como la de Alonso, confieso que a veces me desternillaba de risa, al contemplar cómo la mayor parte de los viejecitos que aún estaban guardando su abono, salían disparados hacia la parte de atrás intentando agarrarse a algo, haciendo grandes aspavientos y agitando los brazos como los atletas al llegar a la meta, 

Creía que a mi no me pasarían esas cosas, puesto que tenía un talante juvenil, con unos reflejos mas rápidos y aunque de vez en cuando notaba que me cansaba y me dolía una cadera al subir las escaleras, pensaba que era por la entrada del Otoño. Sin embargo, hace un par de años, el peluquero de siempre ya me dijo que se me veía el cartón y que iba a tener una calva como la de Pedro J., pero como en el espejo solo me veía por delante, no le daba importancia a que el peine resbalara cada vez más sobre las escasas canas de la cocorota.

La última vez que fui al cine, tuve que levantarme a la mitad de la película para ir a echar una acuciante meada, pero lo atribuí a que había salido una visión de las Cataratas de Iguazú y ya se sabe que aquellos síndromes infantiles tan primarios, se manifiestan con el sonido del agua corriendo...



Me mosqueé un poco mas, cuando un buen día, al tomar el autobús, me percaté de que el conductor lo había acercado hacia la acera y que al darle yo los buenos días, me contesto con un buenos días, señor en lugar de buenos días caballero…. y poco después en otro autobús, un joven sin duda de otro planeta me cedió su asiento, pero yo le agradecí su gesto diciéndole que me iba a bajar en la próxima y claro, me tuve que bajar para no quedar como un ingrato grosero, aunque ala hacerlo, le dirigí una fulminante mirada.

Tiempo atrás, ya había cambiado mi severa vestimenta oscura de señor mayor, tal como los dibuja Mingote, por un atuendo desenfadado y deportivo, con pantalones de pana y camisa campera. Me había gastado un montón de pasta del seguro de vida, para ponerme una dentadura nueva con la que, lanzando unas sonrisas como las de Adolfo Suárez, me hacía parecer mas joven, aunque realmente no me quedaba ya casi ningún piño natural. 

Soltaba algún que otro taco y alguna palabra cheli, para que se viera que estaba con los tiempos y creía cumplir con esa extraña incoherencia de ser un joven maduro en lugar de un viejo verde, pero seguía notando cada vez mas signos que evidenciaban la natural decadencia y a los que no les daba aún mayor importancia, como cuando se me caía al suelo una de esos poco prácticos y cobrizos céntimos de euro, que me costaba muchos mas trabajo recogerlo que gastarlo y también cómo ya, estos últimos años, en el Día del Padre, recibía de los hijos cierto tipo de el regalos, tales como un cinturón mas largo, unos tirantes tipo Fraga o una fajita para disimular la tripita.

Tenía que haberme dado cuenta de que, ya no dormía de un tirón; que había tenido que poner un agarrador en la ducha,

que cada día tomabas mas pastillas antes de tomar el café descafeinado, que al comer me manchaba con mucha mas frecuencia, aparte de notar los molestos avisos del hiato, y que al atarme los zapatos me ponía del color del ketchup. 

También tenía que haber percibido que, lo que a los jóvenes les resultaba habitual y facilón, a mi me causaba serias dificultades, como por ejemplo el manejar el mando de la TV, aprender a enviar E-mails, no armarme un lío con el móvil o no poder conducir mas de dos horas seguidas sin que me diera el sueño, así como que me resultaba muy cabreante el ver como se quedaban mis uñas, cuando intentaba abrir uno cualquiera de esos paquetes de celofán, en los que en un rincón lo anuncian como abre fácil, teniendo que acabar por mordisquearlo rabiosamente.

En materia de gustos, (aún se seguirá escribiendo mucho sobre ellos) parece ser que también se cambia sin darnos demasiada cuenta, puesto que ya no me parecían tan disonantes las voces del Dúo Dinámico y hasta me emocionaba cuando les oía aquella canción de El final del verano. Prefería comer vegetales, pasta o pescadito hervido, mejor que carne, puesto que el bolo, me podía producir un atasco desagradable. Tampoco necesitaba del salero para aderezar la ensalada y el médico me advirtió severamente que el colesterol malo, (que es el que está en los alimentos más deseados) nos puede dejar las arterias tan deterioradas como las tuberías del Canal.

Además, desde antes de la caída del franquismo, ya era un tanto progre y tolerante, pues hablaba con gente de izquierdas, leía Triunfo y El Ciervo y solía ver frecuentemente aquellas películas de las salas de arte y ensayo, pero a pesar de todo, aún hay cosas que prácticamente no soporto sin que se me irrite el hígado, como es el que dos tíos con barba se morreen en plena rua ; que la educación y los buenos modales ya no se lleven y que un tipo que va a recibir un premio se presente sin afeitar y con unos vaqueros raídos, o que a un conjunto de roqueros que suelen ser casi siempre caprichosos, derrochones y consumidores de drogas, les paguen un pastón por emitir insoportables ruidos africano.-americanóides, comiéndose el micrófono y denunciando la burguesía social y la vulgaridad del ciudadano común.

Tampoco comprendo ciertas actitudes extravagantes de la moda, tales como llevar una gorra con la visera al revés, usar un fijapelo que parezca para parecer que se está despeinado, comprarse unos pantalones rotos y con manchas de lejía, ir de smoking con calzado deportivo, ponerse piersins en diferentes partes del cuerpo, andar de noche con gafas de sol, etc. etc. 



Cuando un día me encontré con Antonio Garrido, antiguo compañero de bachillerato y vecino y al que no veía desde hacía un montón de años, se me cayeron los palos del sombrajo y supuso un serio bajonazo para mí, al compararlo con el recuerdo que tenía de aquel joven treintañero, motero y montañero de color bronceado y cuerpo erguido, que ahora parecía un pálido clavo doblado, casi una alcayata… y aunque desde los primeros saludos, los dos mentimos descaradamente diciéndonos esas frases tan consideradas como estas como siempre, que bien te conservas, etc. etc., estoy seguro que luego, al separarnos, ambos tuvimos la convicción de que éramos dos bolsas arrugadas, dos pañuelos usados. 

-Yo al menos, no llevo bastón.– pensé, para consolarme.

Es así, mas o menos cuando de repente te das cuenta de que el llevar largo tiempo pendiente del colesterol, del ácido úrico, los triglicéridos y la tensión arterial, no eran solamente los simples resultados de una revisión periódica, si no que ya son parte de las manifestaciones del deterioro natural y del declive lógico de pasar de las 70 Navidades.

Cuando echas cuentas y empiezas a hacer el absurdo cálculo teórico de cuanto te puede quedar, entonces te percatas, casi bruscamente, de los centenares de familiares, amigos, conocidos y personajes famosos, que se han ido delante y que ya estas casi en la barrera de las estadísticas... pero cuando miro en mi entorno, me doy cuenta de que aún soy un ser privilegiado y que todavía tengo mucho que aprender, que discernir y que criticar.

El vino, si no se agria, tiene mas calidad y sabor con el tiempo, igual que algunos muebles antiguos tiene más valor que los nuevos. Cuantos mas años alcanzas, mas se aprende de la historia... y el hacer un favor, dar las gracias, recibir una ayuda o que te pidan un consejo o una opinión, son señales de vida, de acción y de participación, puesto que siempre se puede ayudar, compartir y gozar con nuevas amistades, ya que de la vida, siempre se pueden esperar sorpresas buenas y no buenas, pero quizás nunca, desesperadas. 

Además, no hace falta ser rico ni tener una salud total, para gozar de la visión de un bonito atardecer, conducir la tierna mano de un nieto, percibir la fragancia de la hierba recién cortada, contemplar un mar embravecido o sentir el tibio sol de primavera.... puesto que mientras se pueda, hay que gozar con plenitud de los sentidos que nos quedan.-





CARLOS RODRÍGUEZ- NAVIA.

Madrid, Mayo 2003