jueves, 14 de mayo de 2015

BREVE HISTORIA DEL TABACO.

Breve historia del tabaco:



La historia del tabaco y de los fumadores, parece ser que empieza en América, cuando los primeros conquistadores españoles al contemplar algún tipo de ceremonial o culto, vieron a unos indígenas exhalar por narices y boca cierto humo que habían aspirado de una especie de tubo o rollo de hierbas encendidas. Se dice que fue un tal Rodrigo de Jerez, quien trajo a España las primeras hojas de la planta que cultivaban los indios, aunque pasados unos años el británico Walter Raleigh, en uno de sus viajes por la costa norteamericana, (concretamente en Virginia) obtuvo la planta de tabaco, lo cultivó y elaboró, introduciendo la novedad de fumar. A Raleigh, le supuso la felicitación y premio de la Corona Británica nombrándole Sir, pero a Rodrigo de Jerez le cayó la condena de la Inquisición, por considerar el tabaco un producto del maligno.
Considerado como un vicio exclusivo del varón, inicialmente se fumaba en pipa, manifestándose mas tradicionalmente entre las gentes de mar, marineros y trabajadores de los puertos, en parte también como presunción de haber viajado por los mundos exóticos.  En poco tiempo pasó a ser consumido por comerciantes y burgueses, fundamentalmente en tabernas y casinos, pero en los siglos posteriores, fue creciendo su dependencia o moda entre las diversas clases sociales introduciéndose las variantes de cigarros puros y primeros cigarrillos. En España, en 1630, empezó a funcionar la mayor manipulación del tabaco del mundo en la Real Fábrica de Tabaco de Sevilla y poco después, surgieron diversas factorías en Europa.
Ya en pleno siglo XVII se expendía tabaco, con receta o permiso médico, en locales cerrados (estancos) puesto que algunos galenos le atribuían algunas facultades curativas o paliativas. Cierto tipo de hombres con trabajos rudos, ( quizás imitando a peruanos y bolivianos con la coca), consumían tabaco de mascar, por proporcionar un supuesto alivio físico contra el cansancio ya que producía mucha salivación, siendo usado también como hemostático para la cicatrización de heridas. Igualmente se popularizó el rape o polvillo del tabaco, (inicialmente una frívola moda de la corte francesa), puesto que se decía que aliviaba los dolores de cabeza y bajaba la tensión arterial.
En el siglo XX, aparecen los cigarrillos elaborados mecánicamente, (blended) principalmente con mezcla de tabaco rubio americano, procedentes de Kentucky y Virginia y en los frívolos años 20, es cuando la mujer empieza a fumar públicamente, como una mas de las superficiales posturas snob de la época y también como evidencia de una ya indiscutible rebeldía femenina.
Al pairo de este ya reconocido y extendido hábito, empiezan a aparecer profusos utensilios y accesorios para el fumador: pipas de diverso material, boquillas cortas y largas, pitilleras de plata o cuero, encendedores de todo tipo, cortadores de puros, etc., así como numerosos tipos de maquinas y útiles para elaborar cigarrillos en casa, incluso pequeñas esterillas y alfombrillas.
En España y prácticamente hasta los años 60, el tabaco rubio casi solo era consumido por la siempre ansiosa clase media, falsa y disimuladora de su oculta penuria, pretendiendo diferenciarse de la casi totalidad de la gente mas humilde o sencilla, obreros, trabajadores y campesinos, quienes fumaban tabaco negro de picadura llevado en petacas de cuero y de la que se sacaba una pequeña porción, colocándolo en el cuenco de la mano y envolviéndola sobre un papel especial muy fino, dándole mas o menos una forma cilíndrica y mojando finalmente con la lengua el borde engomado. Después y con cierta calma, generalmente se encendía con un chisquero o encendedor de chispa con mecha de yesca, sobre la que se soplaba ligeramente para avivar la brasa.
En esos tiempos, ese lento y pausada ceremonial, habitualmente se compartía con algún compañero como un símbolo de amistad o servía de motivo para iniciar una conversación con un desconocido y durante muchos años, el ofrecer tabaco a los presentes, era una casi obligada formula de convivencia, estando muy mal visto el que alguien encendiera un cigarrillo sin haber hecho previamente tal gesto.
En nuestro país, durante muchos años fue la Compañía Arrendataria de Tabaco la que tenia la autorización exclusiva para elaborar este producto (ya considerado como de consumo reconocido) siendo los estancos también los únicos establecimientos autorizados para su venta, que lucían en el exterior el cartel Tabacalera S.A. y el numero de expendeduría dentro de una bandera nacional, aunque era del dominio público que camareros, limpiabotas, piperas y otros múltiples tipos de vendedores semi clandestinos, vendían a un precio ligeramente superior cigarrillos, cajetillas o puros, generalmente procedentes del contrabando confiscado por policía y carabineros.
Los varones, al cumplir los 18 años, tenían derecho a disfrutar de la cartilla de fumador y gozar de los beneficios de un racionamiento semanal, con el que se podía adquirir paquetes de picadura, papel o cigarrillos de hebra. En casi todas las casas, aunque los hijos no fumaran, el padre hacía uso de ese privilegio exclusivo del varón, ya que en aquellos años del franquismo, en los que el disimulo y la hipocresía eran asignaturas de uso obligado, aunque aún no estaba muy bien visto el que las mujeres fumaran en lugares públicos, salvo las criticadas como frívolas y coquetas liberadas, que consumían los aromáticos cigarrillos rubios americanos,
Gran parte de los jóvenes actuales se sorprenderían si supiesen que, tan solo un par de décadas atrás, se permitía fumar en hospitales, clínicas y consultas médicas, salas de espera, grandes almacenes, locales comerciales, taxis, cabinas telefónicas, restaurantes y bares, aviones, trenes y ascensores y aún mucho más en salas de fiestas, cabarets, pubs y discotecas, haciendo también uso desconsiderado consentimiento en el Congreso de los Diputados e incluso en los colegios, institutos y guarderías era habitual que el maestro o el profesor fumara en las clases delante de los alumnos y que las monitoras lo hicieran estando con los pequeños. La prohibición de fumar, quedaba únicamente para los transportes urbanos, interior de las salas de cine o teatro y la cabina de los camiones que transportaban mercancías con alto riesgo de explosión o incendio.
También resulta ahora incomprensible saber el que, en las grandes catástrofes, terremotos o inundaciones y particularmente a los soldados en el frente, los servicios de auxilio y socorro, además de mantas, medicinas y víveres distribuían tabaco, al considerarlo como una normal necesidad reclamada por los afectados.
Norteamérica propagaba orgullosamente el “sueño americano” en sus películas y en las actividades que manifestaban habitualmente los tan envidiados e imitados protagonistas mas activos y audaces, estaba el continuo consumo habitual del alcohol y el tabaco, incluso entre plato y plato de una comida formal en un restaurante, a demás de que otra de las liberaciones ganadas por la mujer, estaba el que habían conseguido el derecho a fumar públicamente sin que se las criticara como atrevidas o marimachos, siendo en la actualmente mas consumidoras que los varones.
Mas o menos a partir de 1960, el consumo de tabaco fue aumentando de una manera vertiginosa al incorporar filtros a los cigarrillos, ya que en esos tiempos se había empezado a hablar sanitariamente de los posibles perjuicios y daños de la nicotina, por lo cual todas las marcas, principalmente las americanas, se gastaron enormes cantidades de dinero en hacer gran propaganda de las ventajas de sus respectivos tamices, aunque ocultaban maliciosamente las docenas de aditamentos que les iban incorporando, tales como aromatizantes, colorantes, ansiolíticos, etc., algunos de ellos tan peligrosos y nocivos como la propia nicotina.
Las organizaciones y autoridades sanitarias fueron gradualmente aconsejando el menor consumo de tabaco y tratando de que el propio fumador lo controlara y disminuyera conscientemente e incluso se obligó a que en cada cajetilla, junto con una calavera, figurara la amenaza: el tabaco mata, puesto que la vida estresada de muchos trabajadores, ejecutivos e incluso estudiantes, llevaba a muchos fumadores a un consumo tan apremiante, que ni tan siquiera eran conscientes de su progresiva dependencia, en gran parte debido a los aditivos y al mimetismo colectivo, considerando que en bares, restaurantes, discotecas y otros lugares de afluencia de publico, el nivel de humos solo causaba una ligera molestia para los no fumadores, al igual que un suelo abundante en cáscaras, servilletas y colillas era otro símbolo de nuestra españolísima libertad de actuación.
En los últimos años, por los estudios y experimentos realizados por investigadores y las numerosas experiencias y testimonios de médicos y cirujanos de todo el mundo, se había comprobado y demostrado que, además del enrarecimiento y contaminación ambiental de las grandes ciudades, el consumo habitual de tabaco suponía un potencial riesgo de contraer serias enfermedades respiratorias y coronarias, cultivando una gran influencia en el desarrollo del cáncer de mama, pulmón, labio, próstata, etc., pero que además, aquellas personas pasivas que estaban en un ambiente de fumadores, igualmente podían verse seriamente afectados por los humos nocivos.
Incongruentemente, fueron los norteamericanos los primeros que legislaron y restringieron el fumar en lugares públicos cerrados, con unas normas drásticas y sanciones muy duras para los contradictores. Casi a continuación, el resto de los países considerados como civilizados, adoptaron medidas similares con mayor o menor contundencia y empezaron a surgir grandes polémicas y contradicciones en los medios de comunicación, ya que la prohibición, no se refería solo al consumo, sino que también afectaba a la propaganda en imagen y sonido y a la venta a menores.
Resulta denigrante y ridículo el ver a gente adulta fumando ansiosamente un cigarrillo en los portales, patios o en pequeñas zonas determinadas externas, pero paradójicamente La Comunidad Autónoma de Madrid, estuvo pensando en solicitar una autorización especial para poder fumar en el confuso y soñado Casino EuroVegas, puesto que les parecía lógico y consecuente que un jugador que busca una quimérica suerte en cualquiera de las diversas modalidades de juego, tuviera que consumir casi compulsivamente alcohol y tabaco. También resulta vergonzosa la hipócrita actitud de algunos políticos y ejecutivos que lucen ufanamente un hermoso veguero, como icono del poder y la opulencia, aunque ese producto proceda de un país boicoteado, aislado, censurado y criticado por su atraso y pobreza.
Con objetivos diametralmente opuestos, los científicos, médicos, sociólogos, psicólogos y diversos analistas de los fenómenos sociales, aseguran que el consumo de tabaco y alcohol están muy relacionados entre sí y que cada vez son mas proclives a una creciente dependencia, siendo consecuentemente mas numerosos los individuos que posteriormente se pasan a las diversas drogas que circulan en determinados lugares de ocio, subrepticiamente introducidas por los mismos personajes poderosos que se dedican al tráfico, contrabando y distribución de toda clases de sustancias, prohibidas y perseguidas.
Últimamente se esta considerando que los gobiernos democráticos lleguen a promulgar leyes prohibiendo taxativamente la venta y consumo del tabaco, hasta considerarlo hipócritamente como un delito grave, al ser un producto que afecta peligrosamente a la salud pública, pero que supone una constante entrada de dinero por los impuestos que lo gravan, aunque es también muy considerable el gasto que supone el tratamiento y curación de los afectados, pero rápidamente y muy posiblemente inventados y comercializados por las mismas compañías distribuidoras, han aparecidos los llamados cigarrillos electrónicos, que no contienen tabaco aunque si una pequeña proporción de nicotina y otros elementos aromatizantes supuestamente inocuos y con las cuales ese vicioso consumidor virtual podrá aliviar su ansiedad, exhalando un ligero e inofensivo vapor que posiblemente le permita alternar en locales y establecimientos cerrados.
Antes de pensar en volver a autorizar el uso público del tabaco, posiblemente sería mas deseable que la sociedad y la medicina llegaran a conseguir la muerte digna y la eutanasia en los casos de enfermedades dolorosas de larga duración y de imposible recuperación, pero aún debiera mucho mas apremiante, el que los gobiernos presuntamente civilizados y democráticos dejaran de vender, mas o menos ocultamente, armas y material bélico que real y verdaderamente matan, a ciertos países habitualmente enfrentados y cuyos supervivientes, además, quedarán endeudados por largo tiempo.





CARLOS RODRIGUEZ-NAVIA.


Madrid, Diciembre 2013




EL ANGUSTIOSO PASO...








EL ANGUSTIOSO PASO...




Hacía poco mas de una hora que habían dejado su automóvil en el aparcamiento y al ir a recogerlo, estando delante de la maquina de abonar el importe, no recordaban exactamente el lugar en donde lo habían dejado.

- Si, yo creo que es esta planta, pero… ¿tienes la tarjeta a mano?

- La tengo aquí en el bolsillo de arriba, pero déjame algo suelto para pagar, pues no tengo mas que unos céntimos..

Ella abrió su bolso, saco el monedero y después de rebuscar, le entregó una moneda de dos euros.

En ese momento, un gran resplandor, seguido de una impresionante explosión, empujó a ambos con una tremenda fuerza, hacia la pared del fondo. Prácticamente al mismo tiempo, un crujido encadenado fue derribando pilares, vigas y techumbre, acompañado de un inmenso colchón de humo, polvo, plásticos y pequeños objetos que fueron invadiendo totalmente el espacio, produciendo una total oscuridad, entre la que borrosamente destacaban algunos chispazos y llamas. 

La primera sensación que tuvo fue la de que se estaba despertando de un sueño, del que conservaba un profundo zumbido en su cerebro, y el impreciso recuerdo de una luz cegadora, con una fuerte onda expansiva que le había afectado a todo su cuerpo. Aun nervioso y excitado por la verosimilitud de la pesadilla, abrió los ojos, al tiempo que notaba en sus labios una tremenda sequedad. Su corazón latió violentamente al no percibir luz ni forma alguna y aunque volvió a intentarlo, apretando primero los párpados y abriéndolos luego muy lentamente, su resultado fue el mismo: no veía absolutamente nada.

Tampoco oía mas que el penetrante zumbido interno, que le producía un agudo dolor en el tímpano. Su olfato percibía una densa mezcla de olor a gasolina quemada, humo y polvo y sobre todo el cuerpo notaba una tremenda presión y un intenso dolor general, como el de infinidad de pinchazos de pequeños cristales clavados, por lo cual pensó que estaba padeciendo uno de esos calambres fuertes o que se le había dormido algún músculo; el sabía que, en ocasiones, un exceso de potasio, podía producir durante el sueño unos espasmos musculares muy dolorosos, incluso prácticamente paralizantes.

Aliviado por este explicación, pretendió incorporarse lentamente, pero su cuerpo no solo no consiguió el menor movimiento, sino que le produjo tan inmenso dolor en todos los huesos, especialmente en la espalda, que le hizo intentar emitir un grito, pero su boca parecía estar llena de polvo y no tenía ni la menor gota de saliva; moviendo la lengua de un lado a otro, solo consiguió masticar arenisca y hacerla crujir entre sus dientes.

Se propuso serenarse y buscar una explicación, relacionando aun su situación, con el sueño del que se acababa de despertar.

Pretendió respirar mas profunda y lentamente, pero a la tercera expulsión del aire, le vino a la boca una repentina bocanada de sangre, que casi le ahoga y que difícilmente pudo dejar caer por uno de los lados de su cara; como médico, sabía lo que podía significar y entonces un helador respingo recorrió todo su espina dorsal, cuando a tremenda velocidad, empezó a encadenar y asimilar inmediatamente los hechos sucedidos, con lo que él había pensado que era solo una mera pesadilla. Recordó entonces nuevamente el resplandor, la explosión, el fuerte impacto y la oscuridad de su mente y un terror inmenso se apoderó de él, intentando de nuevo levantarse violentamente, pero su inmovilidad era absoluta, salvo un ligero movimiento lateral de su cabeza y de la mano izquierda, que parecía poder gozar de cierta libertad de actuación, aunque con algo que le atenazaba el brazo.

Igualmente se fue dando cuenta de que, al emitir los jadeos respiratorios, recibía una inmediata respuesta de su aliento, mezclada con un fuerte olor a cemento, con lo que dedujo entonces, mas aterrorizado aún, que debía de estar totalmente sepultado y que un muro de hormigón o algo parecido estaba a menos de diez centímetros de su cara.

También se percató de que su cuerpo se estaba enfriando lentamente y entonces su mano libre se movió violentamente arañando ansiosa todo lo que abarcaba, pero un dolor añadido se le apareció, al desprendérsele algunas uñas, dejando los finales de los dedos en carne viva, además de que, por tanto mover desesperadamente la cabeza de un lado a otro, se produjo un tremendo dolor en la nariz, al chocar con algo muy duro.

- Esto es el fin.- se dijo, y de pronto, volvió a recordar el momento de la explosión y se acordó de su mujer. Sus labios intentaron gritar su nombre, pero no logro emitir mas que una especia de soplido y que se le llenaran mas de polvo sus dilatadas pupilas.

Pensó que, dado su evidente agnosticismo científico, aquello podía ser un castigo de algún dios, posible conocedor de su casi infantil fobia a sentirse oprimido, atado o inmovilizado, pero su lógica racional le llevó a rechazar tal pensamiento, puesto que no podía creer, que caso de haber un dios, éste pudiera ser tan vengativo, tan rencoroso o tan cruel, como para poner a tan dura prueba a un débil ser humano. 

Como racionalista contumaz que era, decidió aceptar con realismo su situación. Lo primero que debía de averiguar era su estado personal, sus daños y su posible resistencia: aire, aunque enrarecido, parecía que no le faltaba, pues ya hubiera tenido que haberse asfixiado en caso de estar totalmente sepultado. Por otro lado, salvo alguna posible rotura de costillas y su consiguiente influencia en los pulmones, solamente notaba algo ligeramente caliente y viscoso resbalando por la pierna izquierda, que le dolía de una manera especial, de lo que dedujo que tendría algún tipo de herida incisiva, aunque que no le preocupaba demasiado, comparada con su posible situación general,

Su preparación psicológica, le hizo recordar las diversas reacciones que ante el miedo se producen en todos los animales, incluido el hombre: el rechazo de la realidad..., la lucha inmediata contra quien lo provoca..., la entrega o sumisión ante el causante..., la posibilidad del suicidio o auto inmolación... y el intentar calmarse y analizar, lo mas fríamente posible, la situación.

Resolvió, que la mas lógica y posible era la de relajarse y esperar a que llegase alguna ayuda; alguien tendría que haber visto la explosión y empezarán los trabajos de búsqueda de personas, puesto que es un gran aparcamiento y se supone que habrá afectado a bastantes usuarios; así pues resolvió que habría que ver lo que se puede aguantar, para lo cual era absolutamente preciso vencer la natural tendencia al pánico y llegar a tranquilizarse en lo posible, como para poder pensar en las posibilidades de supervivencia.

Intentó recordar sus cursos de relajación cuando practicaba el yoga y aunque no había llegado a un dominio total, no disponía de otro sistema para impedir la desesperación; decidió aflojar los músculos en lo posible, ahorrar energía y tratar de conseguir los mínimos ritmos respiratorios y cardíacos para reducir la tensión arterial, aunque el problema mas difícil, era el controlar la mente y lograr contener la ansiedad, el miedo y la angustia.

Con relativa dificultad, fue reduciendo paulatinamente su ritmo metabólico, llegando a oír con toda claridad cómo los latidos de su corazón iban disminuyendo de intensidad y que incluso el zumbido interno y el dolor de oídos, parecía que se iban amortiguando sensiblemente. 

Dirigió sus pensamientos hacia un paisaje paradisíaco, casi siempre idealizado en su mente: una verde y mullida pradera, en donde se encontraba descansando desmadejadamente bajo un frondoso árbol y por el que a través de sus hojas se filtraban algunos rayos de sol, junto a un cantarín riachuelo que circulaba suavemente. A su lado, contemplándolo calladamente, estaba su mujer con una mano posada sobre su brazo izquierdo. De lejos, le pareció oír unos ladridos de perro y percibir una ligera racha de aire fresco... 

Con en un reposo casi total de los músculos y con la mente relajada, se fue olvidando del espacio y el tiempo, sin preocuparse ni calcular en donde estaba y si pasaban horas o solamente largos minutos, pues parecía haber logrado una auto hipnosis y un cierto grado de inconsciencia, llegando a la pérdida de contractilidad de los músculos y alejando la mente de la angustiosa realidad.

De pronto, volvió a sentir los ladridos aún más cercanos, al tiempo que le caía algo de polvo y percibía unas ráfagas de luz, hasta que un nuevo golpe en la cabeza y una vibración en todo su entorno, le sumergió de nuevo en la oscuridad y la inconsciencia.


El equipo de rescate, enfocando todas sus luces hacia la zona señalada nerviosamente por los perros, fue extrayendo piedras y escombros con delicada celeridad, encontrándose con un cuerpo inerte, totalmente blanco, lleno de polvo y cemento, que difícilmente se distinguía entre todo el material que le rodeaba. Parecía un guiñapo desmantelado y en algunas partes se percibía una espesa pasta formada por arena y sangre. Rápidamente le pusieron una mascarilla con oxigeno, al tiempo que le cortaban las ropas de su pecho y le auscultaban el corazón.

Muy poco después y cuando acabaron de quitarle todo el escombro de encima, el hombre aun no había reaccionado. 

- Ha debido dejar de respirar hace tan solo un par de minutos- dijo uno de los facultativos, poniéndose en pié.

Cuando ya iban a cubrirlo con un dorado papel térmico, se percataron de que, en su brazo izquierdo, tenía aferrada una seccionada mano femenina y que debajo de la mano derecha, apareció una moneda de dos euros.







CARLOS RODRÍGUEZ-NAVIA.


Madrid, 31 Diciembre 2006





LOS MONOS ¿IMITAN AL HOMBRE?


LOS MONOS, ¿ IMITAN AL HOMBRE ?..


A pesar de las múltiples investigaciones de antropólogos y naturalistas y de su ininterrumpida búsqueda de datos para encontrar los verdaderos orígenes del hombre, excluidas las creencias y los mitos de las diferentes religiones, hasta ahora sigue siendo válida la teoría de la evolución en cadena de las diferentes especies de los seres vivos, teniendo en cuenta su mayor o menor estabilidad y las variaciones y mutaciones que se producen, después de millones de años, debidas en gran parte a la forzada adaptación a sus circunstancias, formas de alimentación, desvíos genéticos, etc.. Con esta teoría fundamentalmente darviniana, muy resumida, se viene a llegar a la conclusión de que al final de una larga cadena familiar de primates, prosimios, antropoides, etc., se encuentran el homo habilis, el homo erectus y el homo sapiens, etc. como, de momento, la derivación posterior de lo que, por abreviar, mas común, familiar y malamente, llamamos mono..

Los defensores de las leyendas de Adán y Eva, entre otras razones mas serias, aseguran que ese mal considerado antepasado, no ha logrado evolucionar en siglos. Ante tal afirmación, tendríamos que admitir que por supuesto ningún homínido ha logrado construir rascacielos, ni taparse con ropa y ni tan siquiera ha descubierto el fuego, pero también podríamos argumentar, de manera un tanto simplista, que cabe la posibilidad de que en su pensamiento, muy encubiertamente, no se hayan planteado esas necesidades y sigan manteniendo otra forma de vida mas feliz y mas adecuada a su entorno, puesto que solo imita o adopta ciertas condiciones que le sean favorables o divertidas, rechazando rotundamente todo experimento o privación de su libertad. En cualquiera de las casos y respetando toda investigación o convicción, es muy probable que estas actitudes sean similares al distinto planteamiento que existe entre las personas que piensan y buscan la verdad: hay quienes indagan e investigan los orígenes de las religiones, leyendas y mitos para intentar llegar a una fluctuante verdad con su incertidumbre constante, e irrefutablemente también hay otros que escuetamente buscan confirmar o reafirmarse en las creencias y devociones heredadas, sin querer discurrir, para mantener una feliz tranquilidad con premio asegurado por su fidelidad a la única verdad.

Buscando ejemplos comparativos de comportamientos, en un sentido figurado y crítico, podemos encontrarnos con casos evidentes y bastantes numerosos de personas de diferentes etnias con aparentes niveles de instrucción aceptable y con sus permisibles criterios sobre la personalidad, que sin embargo prácticamente actúan compulsívamente como los monos, o enfocado de otro modo, que suelen hacer lo que a ellos les parece que hace el mono imitando al hombre. Haciendo uso de un humor un tanto festivo y burlesco, podríamos acercar a la memoria algunos casos corrientes y comunes, algo caricaturizados, para intentar corroborar, cómo algunas actitudes de cierto tipo de personas, pueden producir seria dudas sobre quien imita a quien.

Nada tan parecido a un babuíno enfurecido, como la actitud de cualquier conductor, ante un atasco prolongado. ¿Pueden competir las miradas inexpresivas y la actitud babeante de los macacos despiojadores, con la de millones de personas que miran los anuncios de la TV con la cuchara a medio camino de su boca..?. El iracundo grito y el tamborileo en el pecho del orangután en celo, se quedan chiquitos junto al alarido y gestos del forófo que ha visto fallar un penalti a su ídolo de calzón corto. Tampoco podemos olvidar las contorsiones, muecas y piruetas de los gimnastas y atletas, para conseguir una décima de segundo menos o un centímetro más, que pueden resultar más jocosas que los alegres saltos de la Chita con Tarzán... Y ya, sin la menor frivolidad, podríamos finalizar analizando los “espectáculos” que nos ofrecen frecuentemente las pantallas de televisión, en las que solemos contemplar pasivamente como en casi todos los países y estados, hacen demostraciones de fuerza y dominio, mostrándonos con orgullo a sus respectivas masas uniformadas y descerebradas, incluso llamadas de élite, que han sido entrenadas para actuar con mas crueldad y furor que una irritada familia de mandriles acosados y hambrientos.

En nuestra vida cotidiana y dentro de una gran parte del comportamiento popular, con irrespetuosa comicidad y patética vergüenza, se puede observar el modus vivendi de cierto tipo de Homo sapiens faber, que está en continua evolución y revolución para remedar con admirable rapidez a la gran etnia norteamericana, quienes prácticamente parecen ser los que, en menos tiempo en la Historia, han despreciado a sus tatarabuelos monos, usándolos después en cohetes y laboratorios; se han olvidado de sus abuelos indios encerrándolos en alejadas reservas y han domado y moldeado a sus padres europeos, seduciéndolos con sus costumbres y con la tarjeta de crédito, librándose definitivamente de sus ataduras selváticas para convertirse en el mas perfecto y avanzado prototipo de Homo Oeconomicus

. En nuestro variopinto país, en donde convivieron durante siglos mas de tres culturas,( por supuesto también primitivamente descendientes del mono, pero con distintas circunstancias y condiciones), hemos logrado mantener vivos algunos usos y costumbres, enraizadas por la experiencia secular de haber resultado idóneas y adaptadas a nuestro temperamento y geografía. La dieta mediterránea, la conversación al aire libre, la siesta, etc., aún perduran, e incluso bastantes forasteros que nos visitan o que se establecen aquí, se han percatado de lo beneficioso y saludable que resultan, además de mejorar las relaciones y vivir con un mayor optimismo, reconociendo que el mejor método para reproducirse con éxito, es adaptarse al medio ambiente.

Pero también, desgraciadamente, gran parte de nuestro pueblo ha perdido y olvidado otros hábitos y prácticas, por creerlas incompatibles con el progreso y la evolución, sustituyéndolas por el puro papanatismo de hortera y la soberbia emulación del nuevo rico.

Y así como ocurrió, con menor repercusión, con el sombrero de paja, la boina, el bocadillo de anchoas, la bota de vino o el liar cigarrillos a mano, que se fueron dejando atrás por ser consideradas etapas de subdesarrollo y de una humillante condición social, casi a continuación y con mucha mas transcendencia, se fueron relegando otras dignas condiciones humanas muy propias y arraigadas, por tratar de imitar a ese otro tipo de monos ultramarinos, algo mas grandes, mas dominadores y que además, parecían superiores, mas eficaces y avanzados.

La hospitalidad, la camaradería y el compañerismo, la solidaridad, el respeto, la sobriedad, la hidalguía, la cultura y hasta nuestro humor, reconocidos y admirados durante décadas como valores y peculiaridades distintas en cada región…, casi todas esas características, a pesar de o quizás, por haber pasado por etapas de escasez y dificultad a gran escala, se fueron desmoronando y despreciado por una ridícula emulación grotesca de lo foráneo.

El pantalón tejano, la bebida en lata, y las hamburguesas, fueron los primeros signos externos inocentes para conseguir la liberación del mono y mas adelante, con la adquisición del automóvil, dejó de deambular en grupo y desenfadadamente con las extremidades y lo cambió por ser un viajero enlatado, entre independientes pero apretadas manadas, que se comunican por medio de bocinazos y miradas biliosas, desarrollando aún más la envidia comparativa. Posteriormente y con gran rapidez, se institucionalizó el trabajo en equipo empleando zancadillas y codazos, junto con la agresividad, la rivalidad sin misericordia y la ambición sin barreras, primándose como condiciones indispensables para una carrera ascendente personal, según los consejos de los asesores de empresas que se presentaron como magos del progreso burocrático y mercantil. El ser objeto de envidia, el presumir de derroche y la prisa por consumir el ultimo producto salido del mercado, se fue hermanando y asimilando como un estimulante práctico para elevar el nivel social y económico, proporcionar un buen puesto de trabajo y asegurar un porvenir mas próspero, más alegre y sobre todo mas parecido al ejemplar americano, que logró dominar y eliminar a balazos a King Kong, el gran mito desarraigado de su ambiente, que había llegado a enamorarse, e incluso a llorar.

El desprecio, el bulo y la calumnia junto con el cotilleo, el comadreo y el chismorreo chabacano, ya se presentan en los medios de comunicación, como ejemplos de eficacia investigadora y símbolos de libertad de expresión, aún utilizando sistemas que atentan contra los derechos más personales e íntimos, pero consiguiendo, por puro mercantilismo, que muchos exhiban miserias propias y ajenas, en pro de la fama y la popularidad. 

Los valores considerados anteriormente como inseparables del honor y del compromiso, pasaron a conceptuarse como anclajes y frenos del pasado, cuando los incentivos, los estímulos y las comisiones con condiciones, también formaban parte de la marrullería y del lenguaje comercial más actual y dinámico.

Había que dejarse de andar por las ramas. Había que imitar, admitir y acoger sin reflexión, todo lo que nos ofrece el sueño americano, con alegría y complacencia por ser condición indispensable del progreso mismo y de quienes marcan sus pautas, adoptando esa torpe obsesión ciega que le impide reconocer los errores y sus efectos y además no comprendiendo o despreciando a quienes censuran o rechazan tales tentaciones.

En los momentos actuales, en todo nuestra geografía, a pesar de existir leyes suficientes y organizaciones mentalizadas sobre la conservación del medio ambiente, realmente ya casi no queda autoridad local ni pueblo sensible, que ponga coto a la continua invasión de espacios considerados como pulmones vitales de la propia Naturaleza, puesto que lo único que intuyen es que, de momento, eso les proporcionara popularidad y grandes beneficios económicos. 

Con creciente velocidad se van deteriorando valles, montañas, bosques, playas, ríos y hasta la atmósfera misma está gravemente dañada. Se desarrollan urbanizaciones monstruosas en zonas casi desérticas o campos de golf en lugares en donde la precariedad del agua es más que evidente. Se derriban palacetes, casonas, casitas, frontones, mercados, pequeños comercios, talleres de artesanos, etc. para levantar magníficos y altísimos edificios en los que se hacinan las gentes y a donde los servicios de emergencia no pueden llegar. Entidades bancarias y grandes almacenes (los mismos y únicos), han ido arrinconando y desplazando a negocios más modestos y a oficios tan nobles como la alfarería, la ebanistería, la forja, el bordado, etc. a cambio de un creciente numero de técnicos parados, desilusionados y desmotivados, pero con relucientes títulos, certificados y masters y que en su propia desesperación y total olvido del pasado, llegan a culpar de su situación a la desatendida llegada de emigrantes del tercer mundo..., a los monos menores.....

Y una gran parte del pueblo, felizmente ofuscado, sigue adorando nuevos ídolos, adquiridos por unas sumas de dinero que no conseguirían varias generaciones de trabajadores, contemplando arrobados, entretenidos y divertidos como unos manejan sus piernas en el campo de fútbol; como artistas hacen reventar coches, aviones y personas en las pantallas o como cantantes sucios y disfrazados de pobre, actúan ante miles de jóvenes rebeldes, indisciplinados, independientes e inconformes, pero también inconsecuentes, que pagan cantidades elevadas por escucharlos en apretadas masas, desenfrenadas y atontadas por los watios, el alcohol y las drogas... aunque en otro momento, algunos de ellos sean capaces de exigir a la sociedad que se contribuya con el 0,7.....

Y muchos padres, pusilánimes, intransigentes o gazmoños se indignan con aquellos profesores que intentan dar una educación sensata y una formación humanista a sus mimados hijos púberes, llevándolos sin embargo a parques temáticos y atracciones, en donde se paga por pasar miedo y terror o para disparar con armas electrónicas de tremendo realismo, a invasores marcianos.





Y bastantes países, con gobiernos democráticos, abiertos y tolerantes, gastan dinero público, para advertir de los peligros del tabaco, previamente bien grabado con lógicos impuestos y sin embargo, disimulan y ocultan la fabricación de armamento, municiones y material militar, así como sus oscuros destinos y sus irremediables consecuencias.

Actitudes semejantes, caricaturizadas o no, se han ido extendiendo por el primer mundo durante los últimos años, en los que, disfrutando de una especie de paz aparente, arropada por el consumo ciego, el resplandor, la velocidad, y la felicidad virtual, se ha conseguido que la realidad de otros mundos, la carencia, la sed, el hambre y la progresiva miseria, no sean mas que meras visiones inoportunas y desagradables, introducidas a ráfagas, entre constantes anuncios e imitables mamarrachadas. 

Y lo malo de todo esto, no es que seamos o no seamos monos o primates o personas.. Lo grave es, que parece que nos entendemos cada vez menos aunque los medios de comunicación sean mayores. Que nos tratamos menos aunque cada vez estemos mas apretados y que dedicamos menos tiempo a conocernos, a convivir y a compartir, aunque vivamos muchos mas años y tengamos mas de todo. No hay que poseer una gran cultura ni una formación académica, para saber que la independencia no quiere decir que no se necesite de las demás o que el despilfarro sea el mejor símbolo del progreso,,,, y quizás, muchos dirigentes, necesitarían hacer una pequeña reflexión para advertir, que el hombre fue progresando cuando aprendió a ser más gregario, a compartir, a dosificar y a distribuir su bienestar entre todos, impulsado a seguir discurriendo constante pero serenamente y por ende, a admitir esas posibilidades en otros....porque el desprecio a los demás o el gobernar amparado en el poder y basados en el miedo, no es mas que otra regresión, otro paso atrás, al horror y a la miseria silenciada.

Pero lo peor de todo es que, si comentas con muchas personas estas inquietudes y zozobras que te asaltan con bastante frecuencia, te pueden amargar aún mas la existencia, tratando de desengañarte de los grandes peligros que tienen esos conceptos de universalidad y de hermandad utópica y además te advierten, que saben de muy buena tinta que, cuando el gran jefe del Homo Americaniensis se enfada y se cabréa, empiezan a mostrarte en la televisión aviones, barcos y tanques con cabezas atómicas de muchos megatones, además de satélites con rayos láser, que podrían hacer estallar en mil pedazos este globo azul que gravita tranquilamente por el Universo, para que así, después de vista y comprendida la enseñanza, llegues a adorar y admirar la responsable actitud y la mano firme de ese gran chaman que, con solo apretar un botón, puede mandar a hacer puñetas, miles de años de evolución...

Y con todo eso, se puede conseguir que muchos crean que él es la mano de Dios... y que podrían volver los dies irae, el castigo del Diluvio, Sodoma y Gomorra, aún mejorados, ampliados y televisados en directo, con las mejores técnicas del mono avasallador, depredador y engreído que incluso se cree muy humanizado y evolucionado.


¿Realmente, es el mono un imitador del hombre?............... 





CARLOS RODRIGUEZ NAVIA.

Octubre 2002



El hombre ambicioso y el mono, se parecen en que...
cuanto más suben, mas enseñan el trasero. 

Bacon.

REAL SOCIEDAD REAL





REAL SOCIEDAD REAL 





Como se dice siempre... desde que el mundo es mundo y el mono era ya casi humano, posiblemente ya existieran las injusticias, las envidias y las burlas, pero cuando aun no sabían hablar, trataban de hacerse entender entre ellos bufando, gritando y agrediéndose con mamporros y golpes de hueso, siendo el que salía mejor parado, quien se quedaba convencido de su superioridad y atribución del mando, ante los lamentos y gemidos del vencido. 


El alarido, debería ser tratado con el respeto y la seriedad debida, puesto que, con sus variedades tonales y volumétricas muy posiblemente fue la primera manifestación fónica individual o colectiva del Homo Sapiens, que ha llegado integra hasta nuestros días, prácticamente en sus dos variantes principales, totalmente opuestas: el clamor de protesta por el dolor, el hambre y la injusticia, y el grito de triunfo o victoria, acompañado de los golpes de pecho del resistente abusón. 


En el caso primero, el autor de un grito emitido a una velocidad media de 330 metros por segundo en medio de la sabana, no tenía demasiadas expectativas de ser escuchado, porque además de hambriento o dolido, posiblemente estuviera débil, y aún constituyéndose en grupo y aumentando su intensidad, las posibilidades quizás fueran aún menores, puesto que al ser mayor el numero de demandantes, el problema resultaba mas difícil de solucionar por parte de los oyentes, quienes obviando cualquier intención de alivio, estarían bastante mas preocupados por su propia supervivencia. Aún no tenían muy arraigada la compasión, aunque actualmente, también en gran parte, se sigue poniendo oídos sordos a millones de lamentos de semejantes, que no llegan a los mínimos de alimento, salud y dignidad. 


Sin embargo, el grito de triunfo, emitido generalmente por el vencedor después de una masacre, en no pocos caso si pasaría a la Historia, ya que esa expresión victoriosa, se ha llegado a perpetuar plasmado en forma de coronas, cetros, arcos de triunfo, monumentos, esculturas, etc., con una desproporción casi infinita con respeto a los quejidos de los que reclamaban ayuda. Para mantener la soberbia y el vanidoso orgullo, siempre hubo más cómplices que para escuchar los lamentos, aunque los griegos, poseedores de una gran cultura y sensibilidad, denunciaron en su teatro las grandes tragedias del pueblo. 


Como defensa ante los castigos, penas, penitencias desproporcionadas y otras malicias cotidianas, se fueron inventando, para propia satisfacción y molestias al oponente, palabras y vocablos mal sonantes, groseras y procaces, que fueron pasando a posteriores generaciones tradicionalmente por vía oral, proporcionando jugosas frases al pueblo, con respecto a la protesta contra el abuso y la opresión. 


Pasado mucho tiempo, ya en la Edad Media, llena de reyezuelos, nobles, religiosos y déspotas de todo tipo, las diferencias sociales y culturales se acrecentaron, con lo cual, también se manifestaron mas las ganas de despotricar y criticar a la tiranía, lo que hizo enriquecer mas el dialogo con vocabularios nuevos, al contar con la colaboración inestimable de juglares, buhoneros y cómicos. Pero cuando la escritura y la expresión gráfica llegaron a los conventos, los monjes que transcribían las historias y leyendas, no se atrevían a dejar plasmados ciertos epítetos insultantes en los escritos y solamente algunos mas osados hacían dibujos groseros y representaban obscenidades con expresión de estar gritando o aullando, atribuyéndoselas siempre a figuras deformes, animales o demonios. Por parte del pueblo, solo algún anónimo "letrado" rebelde, osaría dejar algún pasquín en lugar visible. 


Así fueron pasando los años. La aparición de la imprenta, supuso un paso gigantesco a la difusión de la cultura y el pensamiento, pero tuvieron que pasar bastantes lustros, para que aflorasen los críticos y las opiniones encontradas, hasta que empezaron a aparecer las primeras máquinas y elementos que facilitaron la comunicación y el intercambio de ideas y culturas, aunque la miseria y el dolor, seguía ocultándose y apartándose de los favorecidos, para no incordiar su conciencia. 


La cruel Revolución Francesa, la no menos drástica Revolución Rusa, o la aparentemente lejana de Mao, apenas separadas por un par de siglos, ocurrieron a causa de la ruptura del encadenamiento continuo de injusticias, miseria e ignorancia. La andrógina personificación perfumada y divinizada de la corona francesa, al igual que la estirada, derrochadora y cruel figura del Zar o los intocables mandarines, (casi todos escogidos por la divinidad y protegidos por los parásitos beneficiados), cayeron ante guillotina, paredón o cuchillo de una forma inhumana, sangrienta y revanchista a manos de unas multitudes ya cansadas de gritar, vociferar y aullar su abandono y olvido, pero cuyos ecos llegaban a la Corte, matizados y apagados por la dulce música de Mozart o Rimsky. Una vez más, la justicia popular se manifestaba de manera devastadora y aleccionadora hasta que la Libertad la Igualdad, la Fraternidad, empezaron a ser considerados como derechos inherentes a todas las personas. 


A partir del siglo XIX y sobre todo el en los XX, y XXI, los hombres listos y aplicados, enroscaron mas la mente, se fueron ampliando los medios de comunicación, se perfeccionaron las técnicas y se consiguieron mas posibilidades de que los pueblos nos acercáramos, nos conociéramos mas y hasta que intercambiásemos materias y alimentos que mejoraran las condiciones de vida, aunque algo mas calladamente también casi todos los países seguían fabricando o adquiriendo armamento a costa de inversiones ruinosas, en contra de la voluntad de una mayoría silenciada. 


La prensa, el teléfono, la radio y la televisión, al tiempo que el automóvil, el avión, etc., acortaban distancias, ampliaban conocimientos y posibilidades e incluso con la casi institucionalización de la enseñanza y la proclamación universal de los derechos humanos, ya parecía que el hombre había iniciado seriamente un proceso de civilización y educación sin fronteras, si bien las dos grandes guerras y las invariables guerras, guerrillas y enfrentamientos "menores", habían demostrado que, los siempre ocultos instigadores y promotores beneficiados por ellas, seguían manteniendo y ampliando su bienestar, desmigajando esporádicas ayudas y quiméricas ilusiones participativas entre el pueblo idiotizado y absorto en un supuesto bienestar, mientras que los gritos de angustia del desempleado, del hambriento , del desahuciado o del despojado seguían teniendo mucho menos alcance y trascendencia que esas frecuentes algaradas y bullicios de quienes adoraban a efímeros ídolos dioses y talismanes creados por el poder. 


Y en esa nuestra sociedad occidental, ya bien acomodada y comunicada, aparece un curioso y alarmante fenómeno de inversión: el Súper Homo Sapiens, se va separando entre sí, habla cada vez menos y se dedica a ver, oír y soñar ambiciosamente en todas las aventuras y posibilidades de progreso y lujo que se le muestra en las pantallas. Se introduce prácticamente solo en un vehículo, protestando contra la lentitud de los peatones que se mojan bajo la lluvia y cuando usa los transportes colectivos, se coloca unos auriculares y se aísla de sus compañeros de viaje o se dedica a mandar mensajes en el móvil, pero si es joven y aún le quedan restos de sociabilidad, se pasa algunos ratos con los amigos en un ruidoso Pub, comentando las últimas trivialidades a gritos, aunque casi nadie se entera de nada. Además, hasta se va olvidando el lenguaje, ya bastante empobrecido y se aprende la iconografía y la codificación, al estar cada vez está mas tiempo trabajando con el ordenador o tontamente sentado delante de la televisión, tragándose hasta los anuncios de comidas para gatos; no conoce, ni trata, ni le interesa saber nada de su vecino, salvo si cambia de coche. La política, le parece aburrida además de confusa y no sabe como participar en ella. No le dirige la palabra al camarero que le sirve el desayuno y ni tan siquiera soporta al compañero de trabajo, que en lugar de informarle de los próximos puentes festivos, necesita hablarle de sus problemas personales. 


Automóvil y ocio ruidoso, parecen ser las metas prioritarias en parte de la juventud actual. La vivienda, la familia y la cultura, son dejadas para más adelante y las miserias del mundo, quedan aún más lejos. No pocas denuncias y quejas de los murales y graffiti llamados populares, no suelen ser más que meras presunciones estilísticas y afanes publicitarios y también duele reconocer que en gran parte de las manifestaciones y huelgas también hay un trasfondo de manejo sindical, con calculadas influencias partidistas y compensaciones mercantiles. 


La libertad en una democracia es un derecho que parece permitir grandes coyunturas pero al mismo tiempo tolera y comete enormes despropósitos en la aplicación de la igualdad de oportunidades, puesto que los marginados, los emigrantes y los que tienen que trabajar 16 horas al día, no tienen mucha cabida en los medios de difusión, mas dedicados a mostrar las redondas pechugas de Miss Albacete, la sencillez del afamado político de la oposición comiendo lentejas o a introducirnos entre los cotorreos de artistas de medio pelo, que descubren las arrugas, pelucas y operaciones estéticas de alguna colega en decadencia . 


Aquel ilusionado y victorioso grito de TIEEERRAAA, de Rodrigo de Triana, pudo mucho mas en la Historia, que el clamor y llanto de los miles de indígenas que después fueron esclavizados o exterminados, pero unos cuantos siglo después, la prolongada y ridícula exclamación de un GOOOOL consumado por un futbolista millonario, tiene mas poder penetrante en la sensibilidad ciudadana que la fugaz visión del llanto de centenares de palestinos que han perdido familiares o su mísera vivienda tras un desproporcionado ataque. Vergüenza y aversión deberían manifestar los medios de difusión cuando difunden imágenes de las quejas y protestas por la persecución y exterminio de focas y ballenas, en comparación con la indiferencia que se manifiesta con quienes acogen, atienden y confortan a los cientos de engañados que llegan en pateras o pasan a través de cortantes alambradas ateridos de frío, muertos de hambre y miedo. 


No hay duda de que todo es importante y que todo puede ser motivo de emoción o de reacción, pero en una sociedad que se considera civilizada, debería exteriorizar mas abiertamente una escala de valores, prioridades y necesidades para ese ciudadano que bosteza, asegurado, situado y tranquilo se percatara de que, en gran parte, también es coautor y responsable de muchas de las quejas, voces, gritos y clamores que continuamente nos llegan como denuncia de la terribles diferencias que aún existen en nuestro mundo y que aún mas grave es que, nuestro entorno mas inmediato, justamente a nuestro lado, existen problemas de todo tipo en vecinos, conocidos, amigos e incluso familiares, que por no escucharles con la debida atención, no buscarnos complicaciones o pretextando un gran respeto a la intimidad, disimuladamente dejamos que se deslicen, musitando, como mucho, una especia de oración o sentimiento penoso e incluso esperando ingenuamente que se produzca una milagrosa solución. 


Y no queremos convencernos realmente de que si colaboramos con nuestro cómodo silencio, nuestra ignorancia, indiferencia o marginación, somos igualmente mantenedores, protectores o instigadores de todos los dominadores que triunfan apoyando sus garras en las espaldas de quienes tenazmente demandan la mas vital atención. 










CARLOS RODRÍGUEZ NAVIA. 


Set. 2003 


TEMPUS FUGIT

TEMPUS FUGIT


Me habían jubilado por tener los 65 años, aunque en el homenaje de despedida me dijeron que estaba con plenas facultades físicas y mentales. 

Aún recuerdo aquellos años en los que, cuando veía a los viajeros de un autobús meter su billete con toda parsimonia en el cancelador y ese momento el conductor, repentinamente, hacía una salida como la de Alonso, confieso que a veces me desternillaba de risa, al contemplar cómo la mayor parte de los viejecitos que aún estaban guardando su abono, salían disparados hacia la parte de atrás intentando agarrarse a algo, haciendo grandes aspavientos y agitando los brazos como los atletas al llegar a la meta, 

Creía que a mi no me pasarían esas cosas, puesto que tenía un talante juvenil, con unos reflejos mas rápidos y aunque de vez en cuando notaba que me cansaba y me dolía una cadera al subir las escaleras, pensaba que era por la entrada del Otoño. Sin embargo, hace un par de años, el peluquero de siempre ya me dijo que se me veía el cartón y que iba a tener una calva como la de Pedro J., pero como en el espejo solo me veía por delante, no le daba importancia a que el peine resbalara cada vez más sobre las escasas canas de la cocorota.

La última vez que fui al cine, tuve que levantarme a la mitad de la película para ir a echar una acuciante meada, pero lo atribuí a que había salido una visión de las Cataratas de Iguazú y ya se sabe que aquellos síndromes infantiles tan primarios, se manifiestan con el sonido del agua corriendo...



Me mosqueé un poco mas, cuando un buen día, al tomar el autobús, me percaté de que el conductor lo había acercado hacia la acera y que al darle yo los buenos días, me contesto con un buenos días, señor en lugar de buenos días caballero…. y poco después en otro autobús, un joven sin duda de otro planeta me cedió su asiento, pero yo le agradecí su gesto diciéndole que me iba a bajar en la próxima y claro, me tuve que bajar para no quedar como un ingrato grosero, aunque ala hacerlo, le dirigí una fulminante mirada.

Tiempo atrás, ya había cambiado mi severa vestimenta oscura de señor mayor, tal como los dibuja Mingote, por un atuendo desenfadado y deportivo, con pantalones de pana y camisa campera. Me había gastado un montón de pasta del seguro de vida, para ponerme una dentadura nueva con la que, lanzando unas sonrisas como las de Adolfo Suárez, me hacía parecer mas joven, aunque realmente no me quedaba ya casi ningún piño natural. 

Soltaba algún que otro taco y alguna palabra cheli, para que se viera que estaba con los tiempos y creía cumplir con esa extraña incoherencia de ser un joven maduro en lugar de un viejo verde, pero seguía notando cada vez mas signos que evidenciaban la natural decadencia y a los que no les daba aún mayor importancia, como cuando se me caía al suelo una de esos poco prácticos y cobrizos céntimos de euro, que me costaba muchos mas trabajo recogerlo que gastarlo y también cómo ya, estos últimos años, en el Día del Padre, recibía de los hijos cierto tipo de el regalos, tales como un cinturón mas largo, unos tirantes tipo Fraga o una fajita para disimular la tripita.

Tenía que haberme dado cuenta de que, ya no dormía de un tirón; que había tenido que poner un agarrador en la ducha,

que cada día tomabas mas pastillas antes de tomar el café descafeinado, que al comer me manchaba con mucha mas frecuencia, aparte de notar los molestos avisos del hiato, y que al atarme los zapatos me ponía del color del ketchup. 

También tenía que haber percibido que, lo que a los jóvenes les resultaba habitual y facilón, a mi me causaba serias dificultades, como por ejemplo el manejar el mando de la TV, aprender a enviar E-mails, no armarme un lío con el móvil o no poder conducir mas de dos horas seguidas sin que me diera el sueño, así como que me resultaba muy cabreante el ver como se quedaban mis uñas, cuando intentaba abrir uno cualquiera de esos paquetes de celofán, en los que en un rincón lo anuncian como abre fácil, teniendo que acabar por mordisquearlo rabiosamente.

En materia de gustos, (aún se seguirá escribiendo mucho sobre ellos) parece ser que también se cambia sin darnos demasiada cuenta, puesto que ya no me parecían tan disonantes las voces del Dúo Dinámico y hasta me emocionaba cuando les oía aquella canción de El final del verano. Prefería comer vegetales, pasta o pescadito hervido, mejor que carne, puesto que el bolo, me podía producir un atasco desagradable. Tampoco necesitaba del salero para aderezar la ensalada y el médico me advirtió severamente que el colesterol malo, (que es el que está en los alimentos más deseados) nos puede dejar las arterias tan deterioradas como las tuberías del Canal.

Además, desde antes de la caída del franquismo, ya era un tanto progre y tolerante, pues hablaba con gente de izquierdas, leía Triunfo y El Ciervo y solía ver frecuentemente aquellas películas de las salas de arte y ensayo, pero a pesar de todo, aún hay cosas que prácticamente no soporto sin que se me irrite el hígado, como es el que dos tíos con barba se morreen en plena rua ; que la educación y los buenos modales ya no se lleven y que un tipo que va a recibir un premio se presente sin afeitar y con unos vaqueros raídos, o que a un conjunto de roqueros que suelen ser casi siempre caprichosos, derrochones y consumidores de drogas, les paguen un pastón por emitir insoportables ruidos africano.-americanóides, comiéndose el micrófono y denunciando la burguesía social y la vulgaridad del ciudadano común.

Tampoco comprendo ciertas actitudes extravagantes de la moda, tales como llevar una gorra con la visera al revés, usar un fijapelo que parezca para parecer que se está despeinado, comprarse unos pantalones rotos y con manchas de lejía, ir de smoking con calzado deportivo, ponerse piersins en diferentes partes del cuerpo, andar de noche con gafas de sol, etc. etc. 



Cuando un día me encontré con Antonio Garrido, antiguo compañero de bachillerato y vecino y al que no veía desde hacía un montón de años, se me cayeron los palos del sombrajo y supuso un serio bajonazo para mí, al compararlo con el recuerdo que tenía de aquel joven treintañero, motero y montañero de color bronceado y cuerpo erguido, que ahora parecía un pálido clavo doblado, casi una alcayata… y aunque desde los primeros saludos, los dos mentimos descaradamente diciéndonos esas frases tan consideradas como estas como siempre, que bien te conservas, etc. etc., estoy seguro que luego, al separarnos, ambos tuvimos la convicción de que éramos dos bolsas arrugadas, dos pañuelos usados. 

-Yo al menos, no llevo bastón.– pensé, para consolarme.

Es así, mas o menos cuando de repente te das cuenta de que el llevar largo tiempo pendiente del colesterol, del ácido úrico, los triglicéridos y la tensión arterial, no eran solamente los simples resultados de una revisión periódica, si no que ya son parte de las manifestaciones del deterioro natural y del declive lógico de pasar de las 70 Navidades.

Cuando echas cuentas y empiezas a hacer el absurdo cálculo teórico de cuanto te puede quedar, entonces te percatas, casi bruscamente, de los centenares de familiares, amigos, conocidos y personajes famosos, que se han ido delante y que ya estas casi en la barrera de las estadísticas... pero cuando miro en mi entorno, me doy cuenta de que aún soy un ser privilegiado y que todavía tengo mucho que aprender, que discernir y que criticar.

El vino, si no se agria, tiene mas calidad y sabor con el tiempo, igual que algunos muebles antiguos tiene más valor que los nuevos. Cuantos mas años alcanzas, mas se aprende de la historia... y el hacer un favor, dar las gracias, recibir una ayuda o que te pidan un consejo o una opinión, son señales de vida, de acción y de participación, puesto que siempre se puede ayudar, compartir y gozar con nuevas amistades, ya que de la vida, siempre se pueden esperar sorpresas buenas y no buenas, pero quizás nunca, desesperadas. 

Además, no hace falta ser rico ni tener una salud total, para gozar de la visión de un bonito atardecer, conducir la tierna mano de un nieto, percibir la fragancia de la hierba recién cortada, contemplar un mar embravecido o sentir el tibio sol de primavera.... puesto que mientras se pueda, hay que gozar con plenitud de los sentidos que nos quedan.-





CARLOS RODRÍGUEZ- NAVIA.

Madrid, Mayo 2003

lunes, 31 de octubre de 2011

FABULILLA SOBRE DEPREDADORES... CASI DE COMPAÑIA.



INTROITO

En este país nuestro, la picaresca, ha sido un hecho social tan autentico y veraz, que aparte de proporcionarnos una hermosa y larga serie de narraciones literarias, imprimió en gran parte una impronta en nuestro carácter, desde la Edad Media hasta nuestros días, adaptándose totalmente a las circunstancias del momento, tanto en épocas de escasez como en las de bonanza, con la diferencia substancial de que las desigualdades sociales que existían en tiempos pasados, hoy afortunadamente superadas mayoritariamente, eran entonces prácticamente insalvables y el uso de artimañas y engaños, que solía ser personal y directo, era para muchos, la única manera de sobrevivir.
Pero actualmente, el mayor tipo de pícaros, timadores y engañadores esta encubierto en sociedades inmobiliarias, empresas, oficinas y establecimientos, arropados por licencias, nombres comerciales, títulos y patentes, e incluso asesorados por grandes bufetes de abogados, en donde su trapicheo, sus ofertas y transacciones quedan perfectamente camufladas entre el honrado y normal ambiente comercial de lo que hoy se entiende por libre mercado.
El pícaro actual, mucho mas temible, puede ser hasta un personaje conocido, admirado y titulado que puede actuar solo, pero también en asociación o combinación con otros actores que apoyen su actuación, formando parte todo, del gran teatro del mundo moderno. Sus operaciones y negocios, ya no son para conseguir unos mínimos de disimulada supervivencia entre los demás, causando solo el enojo de los engañados, sino mas bien para epatar y deslumbrar aún mas, su ostentosa manera de vivir sobre los demás, y además conseguir ser generalmente envidiado, por los no perjudicados.
En estos tiempos, raro es el año que no sale a la luz alguna entidad o personaje que se han valido de métodos araneros para apropiarse y desviar grandes cantidades de dinero y que a pesar de ser procesados juzgados y algunas veces encarcelados, en general son envidiados, idolatrados y hasta se les ha podido ver, formando parte en tertulias y coloquios televisados mas o menos frívolos, argumentando sus peripecias con un cinismo arrogante, sin la menor consideración con los perjudicados, que prácticamente nunca gozan de las mismas posibilidades de expresión pública.
En casi todos los casos, sin eufemismos y en verdadera justicia, el antaño llamado pícaro, hoy día es realmente un delincuente.

                                                                     ****************


EL CORDERO PROPICIO
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Cerrillo del Pinar es una pequeña aldea serrana de alrededor de unos 350 habitantes, situada al Norte de Madrid y que el penúltimo año del pasado siglo XX, tuvo un efímero desarrollo publicitario a raíz de haberle tocado el primer premio de una Primitiva, al alcalde pedáneo, a la sazón Don Pascual Cejón, de 55 años, casado y con una sola hija. Era un honrado y noble castellano, tripudo, bonachón, sagaz jugador de mus y propietario de la solitaria y modesta taberna y que aparte de un pequeño local que vendía un poco de casi todo, eran los dos únicos comercios del lugar.
Don Pascual, constante repetidor de las cifras de su DNI y el de su señora, Doña Remedios, divididas convenientemente en unidades y decenas, había acertado con la combinación que le proporcionó mas de 125 millones de pesetas.
El buen hombre, soportó como pudo durante un par de días, la avalancha de vecinos y curiosos que le felicitaron y adularon, aparte de unos cuantos reporteros de radio y televisión, que acudieron y descubrieron esta ignota aldea, en busca de las noticias, anécdotas y comentarios repetitivos, poniéndose hasta el culo de la comida y bebida que el paciente Don Pascual prodigó gratuitamente entre apretones, sonrisa y collejas discretas, repitiendo hasta su límite, por imperativos de la prensa, la clásica estampa de verter hacia el público el agitado contenido espumoso de las tres botellas de El Gaitero que había en la tasca, mientras su fiel Remedios y la Martina, con blancos y flamantes delantales festonados, salían cada poco de la cocina, con fuentes de jamón, queso, chorizo y torreznos.
Pasada la publicidad, la euforia y el tiempo, tras un periodo de rumiar ideas, empleando solo una pequeña parte de ese dinero, amplió el modesto bar, aprovechando el espacio de las antiguas cuadras, convirtiéndolo en el Mesón-Asador Pascual, y posteriormente, con una noble y doble intención, contrató al Ciriaco, novio de su hija, que hacía ya dos años largos que trabajaba como camarero en Madrid haciendo sus ahorros para casarse con la Martina, a quien iba casi todas las semanas a ver al pueblo y de paso a pegarse unos revolcones.
Acabada la instalación del mesón, casados el Ciriaco y la Martina sin mucha pompa ni derroche y al regreso de su viaje de novios por Madrid y Mallorca, se encontraron con dos habitaciones arregladas en la misma casa de Don Pascual, encima del negocio, formando una sociedad familiar, en la cual la Martina pasaba a los fogones, ayudando y colaborando con Doña Remedios, Ciriaco, junto con un pinche, seguía como camarero y Don Pascual, seguía tras de la barra, a cargo de la caja, haciendo café y sirviendo las bebidas, solo los sábados y domingos, que era cuando solían venir los madrileños y prácticamente llenaban el flamante establecimiento.

EL LOBO Y LA GALLINA CLUECA

Don Luis Ignacio Pernada, arquitecto por aburrimiento, tras largos años de estudios compaginados con juergas y francachelas, le había echado un ojo calculador a Dª Mercedes de la Pradera, aspirante y casi desesperada dama, ya bastante ajada, bien adinerada y alhajada, perteneciente a la medio alta sociedad de entonces, bien encajada entre el Movimiento y la Iglesia y que tenía parecidos antojos y bastantes contactos con la hija de la Señora de El Pardo. La casi cuarentona y poco agraciada vacante, hija de un avispado, conocido y bien protegido estraperlista de altos vuelos, le había sido presentada por el Conde de Malatorre, noble arruinado que mantenía su estomago, clase y escudo de armas, gracias a su hipotecada finca, abundante en ciervos y venados, organizando monterías para los políticos, trepadores y nuevos ricos del sistema y en donde a la vez que de vanidoso anfitrión, ejercía como sablista, comisionista, alcahuete y coordinador de amistades interesadas.
Don Luis Ignacio Pernada, depredador social por afición, calculo y necesidad, con su lustrosa presencia, su título y gatería, hizo elevar el bajo porcentaje de humedad de Dª Mercedes, quien tras unos pocos meses de tanteos, tonteos y hábiles acosos, durante una noche tumultuosa en el Parador de Gredos, seducida por las promesas de matrimonio y pletórica de una embelesada papalina de Codorniu, perdió la flor, dejándose cabalgar a galope perdido, por aquel babeante y fogoso caballero, que parecía había dado vida a su marchito cáliz .
En 1965, contrajeron matrimonio canónigo en la Iglesia de los Jerónimos, con asistencia de prestigiosos testigos e invitados, la consiguiente celebración en el Ritz y el viaje de novios a la isla de Corfú.
Ya de regreso, fijaron su residencia en un magnífico piso del Paseo de Rosales, con una impresionante panorámica hacia la sierra y el Parque del Oeste a sus pies. Don Luis, esta vez legítimamente y haciendo honor a su apellido, había cubierto debidamente y en contadas ocasiones a su ansiosa esposa, hasta hacerle prender un hijo, casi a las puertas de la menopausia. Doña Mercedes, nueve meses después, dio a luz un hermoso varón, de pelo rubio y cuello largo, al que impusieron el nombre de Juan Luis , con lo que ella logró completar su condición de mujer y su marido satisfacer el ego machista, además de que desde entonces, pudo justificar el progresivo distanciamiento de su cónyuge, muy ocupada y preocupada por sus dolores de cabeza, engordes, sofocos y las visitas constantes a médicos, psicólogos y gimnasios, aparte de los recorridos por la calle de Serrano en busca de la reposición de su vestuario y el de su creciente retoño.
Con el paso de los años y continuando con la resignada actitud de sometida mujer española, ella continuó moviéndose mayormente entre otras conformadas damas, (señoras de señores con Mercedes del PMM con cortiníllas) organizando partidas de bridge para conseguir ropa usada para los pobres de Canillejas, presidiendo mesas petitorias en la fiesta de la Banderita y obteniendo los mejores palcos en el Teatro Calderón, cuando año tras año Doña Carmen presidía un adobado espectáculo folklórico, con la noble intención de acabar con el chabolismo mas cercano.
A su vez, Don Luis Ignacio, por medio de las nuevas amistades adheridas, consiguió el puesto de Consejero Delegado y Asesor Técnico en una gran empresa constructora que estaba compitiendo con otras, en importantes y eternas obras públicas, a base de codazos y zancadillas, con calculadas y toleradas dilaciones en los pagos a la Hacienda y la Seguridad Social y mediante sobornos y comisiones a topos de ministerio, que filtraban las ofertas de los proyectos mas jugosos. En unos pocos años, se hizo con un potente y respetable patrimonio y mantuvo por conveniencia social su débil e irresponsable matrimonio, sin pretensiones políticas ni populares, muy bien camuflado entre aquella sociedad poderosa de los que no se movían mucho dentro del Movimiento y no se despegaban demasiado de la progresía, manteniendo hábilmente la doble moral y el ambiguo cumplimiento.
Con el paso del tiempo y tras fallecer el Gran Timonel, que ya tenía bastante anquilosadas las falanges de su férrea mano, con las ratas del barco que se hundía buscando nuevas despensas y con la posterior venida de la democracia, la empresa fue disminuyendo su fama y patrimonio, acabando por deshacerse en España pero creando una especia de filial semejante, en el Chile de Pinochet. Los tiempos y la competencia joven, habían ido bajando las categorías de muchos técnicos que no habían sido mas que profesionales del abuso y la marrullería mercantil.
Don Luis, ya sesentón, montó entonces un pequeño pero lujoso estudio en la Calle de Orense, con poco personal y se defendía a base de atrapar todos los proyectos que podía, sacándoles el jugo al máximo a sus clientes, con antiguos y nuevos sistemas de captación y engaño.
Como colaboradores fieles y ambiciosos, solamente contaba con José Manuel, arquitecto técnico adoptado paternalmente tras haber sido expedientado por prevaricación y cohecho como funcionario de la Gerencia de Urbanismo; Pepe Moreno, delineante que trabaja por las mañanas en el Ayuntamiento y de secretaria particular, tenía a Rosa, llamativa joven con un cuerpo esbelto que lograba introducir en una siempre escasa y precisa vestimenta. Sus habilidades administrativas no eran muy brillantes pero su papel de mantener las relaciones externas e internas de Don Luis lo ejercía con bastante discreción, al tiempo que le permitió ir asimilando unos conocimientos sociales muy apreciables.



EL CORDERO, EL LOBO Y LA RAPOSA LUSTROSA

Un sábado cualquiera de primavera, poco más o menos a los dos meses de la terminación del Mesón-Asador Pascual, Don Luis Pernada, aparcó su todo terreno en la pequeña placita de Cerrillo del Pinar, en la que había unos cuantos automóviles frente al mesón. Del otro lado del coche se bajó una bella joven, delgada. con zapatos de tacón alto, ajustado jersey de escote redondo y enfundada en unos pantalones vaqueros. Llevaba al brazo una chaquetilla de cuero y se estaba quitando una enormes gafas de sol. Con pasitos cortos y rápidos, se puso al lado de él y se enganchó en su brazo, mientras miraba cuidadosamente hacia el empedrado del suelo, pisando con cierta inseguridad.
Penetraron en el interior del mesón, echando una mirada en su entorno, como buscando una mesa. Casi inmediatamente, del fondo, junto a la barra, apareció Ciriaco, muy sonriente y haciendo unas pequeñas inclinaciones de cabeza.
- Caramba, Don Luis. Ya me creía yo que no iba a venir por aquí. Me alegro mucho de verle. Pasen, pasen por aquí que les voy a buscar una mesa. Si llegan a venir un poco mas tarde ya no encuentran sitio... claro que ya me ocuparía yo de encontrarle un espacio. Ahora les acomodo un lugar para estar más tranquilos.
Siguieron a Ciriaco, a través de unas cuantas mesas, llenas de madrileños domingueros en mangas de camisa y atuendos vaqueros dando rienda suelta a copiosos comidas, entre risotadas y fuertes voces. Casi al final del comedor, había una mesa de dos plazas con su servicio puesto, a la que quitó el cartel de reservado.- Siéntense aquí, por favor
- Bueno, bueno. Parece que esto va muy bien. Nos ha costado un poco de trabajo encontrar la desviación al pueblo, pero hemos llegado. Ya te prometí, cuando te marchaste de Madrid que vendría y aquí estoy..., bueno estamos. Aquí me acompaña mi... secretaria, Rosa, y aunque no lo parezca, hoy es un día de trabajo. Rosa, este es Ciriaco, del que te hablé hace un rato.
- Mucho gusto.- Dijo Rosa, haciendo un leve gesto con las cejas y mirando un poco despectivamente a las manos de Ciriaco.
- Igualmente, seño...rita- dijo Ciriaco un poco avergonzado, ocultando las manos tras la espalda y echándole una giratoria ojeada al tetamen de Rosa...- Vayan pensando lo que van a comer, mientras les pongo unos aperitivos... supongo que Ud. Don Luis, como siempre a esta hora, se tomará su Rioja., ¿y la señorita?.
- Yo me tomaré una ginebra con tónica.
- No le hagas caso Ciriaco. Tráele otro Rioja, bian chambree.
Mientras se retiraba Ciriaco, Don Luis moviendo la cabeza le dijo a su acompañante: - No vas a aprender nunca Rosa.. No me seas vulgar... Deberías de saber ya, que no es de buen tono tomar bebidas fuertes antes de comer... Además sería un pecado tomar ginebra, con el jamón que nos van a poner... que ya lo he visto al pasar..,
- Vale Luis, ya sé que soy un poco chabacana para ti, menos cuando tengo que complacer tus guarradas en la cama... Y este Ciriaco ¿es quien dices que era un buen barman en el Pub que hay debajo de tu casa? Pues tiene pinta de paleto. ¿Te has fijado en sus manos?
- Sí, ya. Se nota que aquí trabaja mas duro, y que cuida algo menos su aspecto, pero... esto es más típico, mas autentico y está todo bastante limpio. Es un buen hombre... y muy discreto.
En ese momento, regresaba Ciriaco con una bandeja en la que se veían diversos platillos, una botella y un par de vasos Quitó los vasos de agua y fue colocando los diversos aperitivos en la mesa. Después, enseño la botella a Don Luis, que hizo un gesto de aprobación, mientras se metía en la boca una lengüeta de jamón.
-¿Les parece bien, de momento?- Después, para comer, tenemos nuestra especialidad en las chuletas y la pierna de cordero. También hay cochinillo, conejo y...
- ¿Tienen Uds. langostinos o algo de pescado?
- Por supuesto, señorita, pero... en confianza.- dijo bajando un poco la voz y mas aún la mirada hacia la oronda pechera. - menos las carnes y verduras, lo demás es congelado. Comprenda Ud. que aquí, entre semana no es normal que nadie pida pescado... pues incluso las personas que mantienen un régimen o no quieren engordar, se conceden un día de darle al gusto. De todas maneras, también le podemos hacer una tortilla de setas, espárragos, etc... Se lo van pensando. Buen provecho...
- Que puñetera manía tenéis ahora las mujeres con el dichoso engorde. Tú come lo que quieras, pero no me pierdas ese buen par de tetas, porque te dejo plantada. – intervino Don Luis, haciendo hacia ella como una especie de empujoncito con el cuerpo.
- ¿Y eso no es una vulgaridad y además una insolencia? Aunque no me sorprende nada de los hombres., para quien las mujeres no somos más que eso...
- Tú, disfruta de lo que se te ofrece y no te quejes, pues no te va mal la vida, comparando con tu puesto en el banco, delante del ordenador y estirando tu sueldo como podías
Acabaron con los aperitivos y después siguieron con los platos que les fue sugiriendo el propio Ciriaco, teniendo en cuenta los distintos gustos de ambos comensales. Una vez acabada la comida Don Luis, encendiendo un cigarro, pidió le trajera la cuenta y le felicitó por su calidad y su buen servicio, halagos que su compañera también prodigó, tras un discreto codazo.
Al poco tiempo, volvió Ciriaco, acompañado por un señor, entrado en años, camisa blanca y chaleco, buen color de piel y cara simpática. Con un ligero carraspeo dijo: - Perdonen. Les voy a presentar a mi suegro, Don Pascual. Este es Don Luis y su secretaria la señorita Rosa. Mi suegro me ha dicho que están ustedes invitados por la casa..-. Don Pascual hizo como una especie de inclinación de cabeza, sin atreverse a dar la mano.
- Caramba Don Pascual, mucho gusto y muchas gracias.- dijo Don Luis, alargando la suya.- No debía de aceptar esta invitación, pero no quiero que lo tomen a mal. Siéntese aquí con nosotros y tómese una copita, que esta la pago yo.-
- Con permiso.- dijo, sentándose algo torpemente en una de las silla a un lado de los comensales.- En cuando mi yerno me dijo que estaba Ud. aquí ya le advertí que no se le ocurriera cobrar, al menos esta primera vez, que espero se repita pronto.- hablaba algo entrecortado, no atreviéndose a mirar casi a la compañera de Don Luis.
- Ha hecho Ud. una buena adquisición con su yerno. Es un magnifico profesional y muy buena persona... y aquí tienen montado un buen negocio, muy simpático y sobre todo, de gran calidad. Es una pena que no disponga Ud. también de un hostal, un pequeño hotel, con unas pocas habitaciones, que ahora están muy de moda y que se llenan siempre, sobre todo los fines de semana.
- Pues de verdad que últimamente lo estaba pensando, pero lo cierto es que me echao patrás, porque también hay mucho golfo por ahí, que viene a estos sitios, solo para... ya me entiende Ud., y no quiero que esto tengo otra fama, mas que la del buen comer. Y el que quiera juerga... ya sabe, carretera y manta.
-Tiene Ud. mucha razón Don Pascual. Cada cosa en su sitio y en su momento, Pues como le digo... aquí se ve que se gastó un pastón, pues es una buena construcción, tiene unos buenos muros y muy buenas condiciones para ampliarlo.
En ese momento, apareció Ciriaco con unas botellas y copas. Le sirvió a Don Luis primero un buen cognac francés, le puso una copita de anís a su suegro y de otra botella, le sirvió a Rosa, un licor de color oscuro.
- Verá Ud. señorita Rosa, como le gusta este licor de bellotas.
Ella hizo un gesto indefinido, subiendo los hombros- Si no le gusta, le servimos otra cosa.- terció Don Pascual. y volviéndose hacia Don Luis, continuó.
- Pues lo cierto, es que no me gasté tanto como parece. La casa, ya existía de antes y esto es parte de las cuadras... y la obra, la llevé bien ajustada con uno de aquí mismo...pero aun me queda un buen lote de “lechugas” en el banco.
- Pues no las deje ahí, Pascual... ya sabe que el dinero en los bancos no produce. Hay que invertir, comprar y sobre todo construir, que eso vale cada día más...
- Eso ya lo sé bien, nos ha jodío. Como que también Ud. barre para dentro, pero... el caso es ahora al pronto, se me ha venido a la mente que... pues verá: mi señora, que está ahí en la cocina, ya no es una niña, trabaja mucho y de estar tanto de pié, se ha resentido de las varices... y ya va siendo hora de que se retire, al menos en parte, de tanto trajinar. Por otra parte, el Ciriaco y mi hija, debieran ya de tener casa propia y espero que cuanto antes, tengan uno o dos hijos. Como el negocio marcha bien, podemos contratar una chica del mismo pueblo, para ayudar en la cocina, pues la Martina ya sabe guisar muy bien y además la Remedios, seguirá echando una mano, pero más descansada. Y a lo que voy: como tengo un terrenejo aquí cerca, se me ha ocurrido que, podía levantar una casita, un chalé de esos, y así mi hija se quedara a vivir encima del negocio, solos, como deben de estar los matrimonios...
- Y estaba usted pensando en mí, para que le hiciera un proyecto. - anticipó estratégicamente Don Luis, olisqueando ya un posible negocio.
- Pues la verdad es que sí. Ha sido muy oportuna su visita, pues si no es por su presencia, no se me hubiera ocurrido. El Ciriaco me dijo que era Ud. un arquitecto muy afamado y ya que...
- Ni una palabra más, amigo Pascual. Ha tenido Ud. una buena idea. A los jóvenes, hay que dejarles que se abran camino y darles una buena oportunidad. No se preocupe que yo le haré una casita, que va a ser la admiración de todo el concejo.
- No, si tampoco quiero una gran cosa. Me da un poco de apuro, el que Ud., tan ocupado y tan importante, pueda perder el tiempo en una pequeñez... Yo y mi señora, al fin y al cabo, no queremos mas que una pequeña casa, con un par de alcobas, el baño, una buena cocina y la sala de estar, y como el terreno tampoco es demasiado grande, no es cosa de agobiar y no lo digo por el dinero, que creo me alcanza de sobra, pero es que no quisiera tampoco que le fuera un trastorno en su trabajo.
- No se preocupe que para eso estamos. – Dijo Don Luis, dando una palmadita paternal en el hombro de Don Pascual, dirigiéndose después a Rosa, que estaba muy callada fumando cigarrillo tras cigarrillo.- Rosa. ¿Nos queda, por casualidad, alguna hoja de encargo?
Ella, hizo como que lo pensaba un par de segundos, aplastó el cigarrillo y poniendo cara de importancia, contestó:- Ah, sí, Don Luis. Creo casi seguro que en la cartera que tiene en el coche, hay alguna, todavía. Si me deja las llaves, voy ahora mismo a mirar.
- No se moleste, señorita. Tampoco es puñalada de pícaro. La verdad, es que la idea se me ha ocurrido casi al pronto y aún no sabe nada mi señora, aunque hace un par de días, aun hablamos algo de que fuera dejando el trabajo..., que ella no es tan joven y tan buena moza como Ud. – intervino Don Pascual, aprovechando para echar un generoso y pausado vistazo a las pechugas de Rosa.
- Pues cuanto antes lo haga, mejor para la pobrecita. Usted, que se ve... que tiene buen ojo para las mujeres, ya sabe que nos gusta que nos traten con mimo, como a los gatitos. Bien calentito, descansando juntitos al lado de la chimenea... - le contestó Rosa, haciendo un movimiento mimoso con los hombros encogidos y marcando bien el canalillo.
- Bueno, si claro- balbuceó el hombre, un tanto abochornado, desviando su delatora mirada hacia Don Luis, que asentía complacido, con la cabeza. – Pues, ha acertado aquí, la señorita con lo de... la chimenea.... Sí que me gustaría una buena chimenea de piedra... que con la leña que hay por aquí, me haría un buen avío.
- ¿Y que tal es el terreno? Convendría verlo, antes de hacer unos monos.
- Pues si quieren ustedes, podemos ir ahora mismo, que todavía hay buena luz. Está muy cerca, a menos de cinco minutos.
Apuraron las copas y se pusieron en pié. Rosa, con cierto tambaleo, dijo que necesitaba ir antes al aseo, indicándole Don Pascual la puerta de los servicios.
- Vaya Ud. tranquila señorita, que aquí los servicios están como los de un quirófano y fíjese de paso en el alicatado, que es ese de los anuncios de la china en la tele.
Mientras se retiraban entre las mesas, Don Pascual saludó a algunos clientes, dándoles las gracias por sus elogios. Casi todos estaban ya consumiendo copas de licor y flotaba una mezcla de olor a cigarrillos, puro, sudor y brasa quemada. Cuando apareció Rosa, recién maquillada y aliviada, seguida por unas cuantas miradas vidriosas, ambos ya estaban esperando junto a la puerta.
Salieron los tres al exterior, esta vez Rosa discretamente separada de Don Luis, respirando complacida el suave y limpio aire de la tarde serrana, con algunas nubes rosáceas y un fuerte olor a pino fresco.
- Pues hemos comido muy bien, cómodos y amablemente atendidos, Don Pascual. Tiene aquí un bonito negocio y tranquilo... y es un acierto el tener apagada la televisión a la hora de comer.
- Pues, si es verdad. Solamente entre semana, que no hay muchas comidas y suele haber partidas de mus, la tenemos por aquello de dar un poco de ambiente... claro que cuando hay fútbol, es obligado porque hay muchos clientes que prefieren verlo aquí mejor que en su casa, por los comentarios y las copas.- Bueno qué, ¿nos vamos al terreno?.
- ¿Está muy lejos de aquí?
- ¡ Quiá ¡ Esta ahí mismo, a dos pasos, calle arriba.
- Don Luis... Si no les importa me quedo en el coche esperando... es por los tacones.
- Como quieras, Rosa. Ten las llaves y échate una cabezada. A mi me viene muy bien el caminar un poco y bajar la digestión. No atiendas ninguna llamada del teléfono.
Rosa se dirigió hacia el automóvil, mientras Don Pascual y Don Luis, se fueron calle arriba, haciendo los comentarios clásicos sobre la diferencia de la vida de en el campo con la ciudad, la tranquilidad, el buen comer, el aire...
- Pero no se crea Don Luis que esto es tan llevadero, sobre todo en el invierno, que aquí hay un frío del carajo y viene mucha menos gente... además aquí... de diversiones nada y que tampoco se ven mujeres como la señorita Rosa, que eso... alegra siempre la pupila... ¡ Digo ¡
- Hombre, Don Pascual, ya se sabe que hay ciertas cosas que no se pueden comparar, pero aquí se disfruta de la familia y la paz con un trabajo tranquilo y bien hecho, como Dios manda.
- Eso si es verdad, Don Luis.... aquí no hay los peligros de la capital y nadie le pone los cuernos a nadie, aunque alguna envidieja, no falta tampoco, pues siempre hay alguna turista de esas que parece van pidiendo guerra, que le ponen la sangre caliente a los mozos...y a los maduros.
Curiosamente, ambos parecían presentar unas personalidades bastante distintas de las suyas propias. Uno se hacía el puritano y el otro parecía buscar la picardía. Al poco rato, Don Pascual se paró y señaló hacia un lado.
- Ahí lo tiene Don Luis. Ese terreno, la compró mi padre, hará como unos 40 años. Después plantó el sauce ese, cuando le nació el primer nieto, abrió un pozo y nunca lo dedicó a nada, más que al pastoreo de algunas ovejas un par de veces al año, para mantener la hierba. Hace unos pocos años, hice el cerramiento, para evitar que me acamparan los excursionistas, que lo dejaban lleno de mierda. Como verá hay un risco de pedrolos casi en todo lo alto, que más vale no tocar y que es bueno para el verano. Y yo creo que la entrada a la casa y al garaje podría venir por la parte esta baja, por aquello de la pendiente... Ah... y me gustaría poder ver el sauce, a ser posible desde el sillón de la sala.
- Es un buen lugar y parece un terreno bueno.- dijo Don Luis, hincando los tacones en el suelo un par de veces y sacando una pequeña agenda con bolígrafo de su chaquetón. - Parece que tiene como unos 6.000 metros cuadrados, diría yo.... pendiente suave hacia el Norte, mas o menos y una buena cerca, con esos pinos al otro lado. Bien, yo tomo nota de momento para iniciar el anteproyecto, mientras mi topógrafo me hace el levantamiento definitivo del terreno con sus cotas y su situación.
- Oiga Don Luis, si le hace falta un adelanto para los gastos iniciales, me lo dice ya y ahora mismo le hago un talón por lo que Ud. quiera.
- Por Favor, Don Pascual, estamos entre caballeros. Ahora no hay mas que hablar, salvo el que firme luego, antes de marcharme, la hoja de encargo, que es uno de los trámites necesarios por parte del Colegio de Arquitectos. Luego ya vendrán los papeleos de gestión, permisos municipales, licencias, sondeo, etc. que eso si se lleva unos cuantos billetes. Fíjese Ud., que esos al final, ganan mas que uno... que se lo digo yo, amigo Pascual.- dijo paternalmente Don Luis, dándole de nuevo unas palmaditas en la espalda e iniciando el retorno.
Por el camino, Don Pascual, comentaba que él podía encargarse de algunos trámites municipales, en razón de su cargo, argumentándole Don Luis, que todo eso, sería cuestión suya y de una agencia de su confianza, quien abreviaría con más rapidez todo el proceso.
Cuando llegaron junto al todo-terreno, Rosa estaba ligeramente reclinada hacia atrás en el asiento, fumando y escuchando una música rockera. Apagó el cigarrillo, bajó el volumen de la radio y se apeó del auto con una carpeta de cuero y un bolígrafo en la mano.
- Que pronto han venido. Aquí tiene la hoja de contrato Don Luis.- dijo, presentado la carpeta abierta.
- Tómale tu misma los datos a Don Pascual y que firme luego.
Rosa, fue preguntándole pausadamente nombre completo, dirección, documento de identidad, cuenta corriente, etc. escribiendo sus respuestas, con cierta dificultad, apoyando la carpeta en el capó. Terminado el breve interrogatorio, se volvió hacia él con una sonrisa y le pasó el bolígrafo.
- Firme Ud. aquí abajo y a la vuelta. Del resto, ya no encargamos nosotros de rellenarlo. – le dijo cuando Don Pascual se agachó ante la carpeta, al tiempo que le clavaba uno de sus prietos senos por detrás.
Don Pascual, nervioso, sofocado y resoplando, plantó su firma en los lugares que Rosa le iba señalando, mientras sentía el calorcillo, la presión y su respiración en su espalda, junto con un excitante perfume.
- Pues muy bien, amigo Pascual, - remató Don Luis, volviendo a darle la mano con la consiguiente palmadita en el hombro. - Ya verá que satisfecho se va a quedar con la casa, que además será la joya del pueblo. Despídame de Ciriaco, pues se nos ha hecho un poco tarde... y ya no veremos con frecuencia, en cuanto empecemos a subir obra. Tenga, le dejo una tarjeta mía, por si se le ocurre algo.
- Ya sabe donde nos tiene, Don Luis y lo mismo le digo a usted señorita Rosa... y le insisto, en cuanto necesite del dinero, me lo dice con toda confianza, que no vamos a tener problema -. Fanfarroneó Don Pascual, volviendo echarle una tierna mirada a la secretaria, que ya estaba entrando en el automóvil.
Don Luis, después de quitarse la zamarra, se sentó y puso en marcha el motor, que soltó una apestosa humareda de gasoil. Rosa, con la ventanilla abierta, saludó con la mano y dijo: - Muchas gracias, Don Pascual. Ha sido muy atento y toda ha estado muy bien.
- Usted si que está...ejem, Es usted es la que ha sido muy amable. Adiós.
Cuando el automóvil se fue alejando, después de haber manejado la palanca de cambio varias veces, Don Luis, posó su mano sobre los muslos de ella, dándole suaves toquecillos.
- Al final has estado muy hábil Rosi, muy hábil... y hasta has puesto cachondo perdido al bueno de Pascual, que se ha quedado con las ganas de pegarte un buen pellizco...como el que le vamos a pegar a él...
El pueblo se fue quedando atrás y el automóvil se dirigía hacia un poniente rojizo, con retazos violáceos y amarillos perseguidos por un manto oscuro. El pícaro, también había cubierto el objetivo.



LA CUEVA DE ALIMAÑAS

Al lunes siguiente, ya en su gabinete-estudio-taller-oficina-empresa-cubiculario, Don Luis empezó a estudiar el caso y a mover piezas, pensando que el tener aseguradas sus vacaciones próximas en Jamaica, bien merecía la pena dedicarle un tiempo al pequeño proyecto de D. Pascual. A su avispado delineante, le encargó que buscara algún proyecto de vivienda unifamiliar, de los que guarda en el archivo del ordenador, para hacer una adaptación momentánea. A José Manuel Sousa, aparejador, le comunica el caso y le indica que vaya preparando y definiendo materiales, calidades, plazos, etc., así como que se pusiera en contacto con un topógrafo para que levantara un plano del terreno. A Rosa, le sugiere que puede ir tramitando toda la documentación con la agencia de siempre y por último conecta con su amigo Nino, para cenar esa noche y hablar del tema.
En la actualidad, el tal Nino, Saturnino Peláez, ya es un constructor muy conocido y admirado por su rápido ascenso social y económico. Había trabajado como peón, oficial, guarda, encargado y posteriormente como jefe de obra en Dragados, hasta que pegó un salto adelante, emancipándose de esa empresa, gracias a un supuesto golpe de suerte de la Lotería, subiendo desde entonces escalones a gran velocidad, pasando de vivir en el barrio de Usera a la Moraleja en menos de tres años con el consiguiente cambio de amistades, automóviles, restaurantes y costumbres. Se había hecho un experto catador de vinos y un déspota en las comidas, exigiendo el punto exacto de coción de los langostinos, el justo tamaño del rodaballo y la vuelta y vuelta del solomillo. Al año y medio de estar gozando del cuerno de la abundancia y de cierto predicamento social, se avergonzó de su mujer Marcela, que años atrás le había ayudado a sobrevivir trabajando de asistenta por horas. Con la ayuda de sucios argumentos, no menos manchados abogados y pringosos testigos consiguió el divorcio, convirtiéndose en otro mas de los perseguidos solteros de oro y dedicándose a su libre expansión laboral y corporal, incorporándose cada vez mas a la frívola, epatante y abundante sociedad de nuevos ricos rápidos de los años 90, perfectamente mimetizado entre ese mundo de lechuginos, petimetres y horteras amorales, que estaban en constante y obsesiva fase ascendente. Ya estando a punto de cumplir los 60 años, en una veraniega fiesta en el Puente Romano de Marbella, se encaprichó rijosamente de Sony, una ex- modelo de 30 años, que había engordado demasiado para los gustos de los extravagantes modistos, pero que satisfacía plenamente los deseos internos y externos de D. Saturnino, exhibiéndola desde entonces, como un trofeo mas de sus triunfos.
Don Luis, coincidente en bastantes aspectos morales, cultuales y éticos con Saturnino, y actuando siempre como pez rémora, fue aceptando y acercando su trato con él, inicialmente en ambientes de tenedor y copa hasta que fueron confrontando sus propias vivencias, ambiciones y planes, siempre con la ventaja para Don Luis, de estar en un plano superior, dada su categoría, profesión, edad y alcurnia, además de actuar como maestro en la enseñanza de trato, modales, manejo de cubiertos y otros amejoramientos externos de Nino, aunque sin lograr nunca pulirle demasiado su vocabulario, sobre todo en los momentos de irritación. Cada uno hacía uso y disfrute de las particulares relaciones comerciales del otro, colaborando y confabulando en conseguir obras de alto beneficio y en dos ocasiones, en viajes de fin de semana, habían llegado a relaciones más cercanas, compartiendo unas rayas de coca y la pareja.
A la semana siguiente de su decisión inicial, Don Luis reunió a su equipo para rematar el proyecto, aunque aún solo disponían de un plano provisional del terreno. Pepe, el delineante, consiguió del ordenador un chalé que coincidía bastante con el programa expresado por Don Pascual, salvo diferencias en las dimensiones, que eran algo mayores y que según opinaron todos, favorecía y mejoraban la calidad y sobre todo, inflaba más el presupuesto. Se definió pues el proyecto y cada uno pasó a desarrollar su labor correspondiente; Rosa a los contactos y consecución de documentos, Pepe a rematar planos, con sus fachadas, secciones, cumplimiento de normas, etc. y José Manuel, se dedicó a la memoria, pliego de condiciones, mediciones y presupuesto, todos definitivamente comprometidos a realizar su trabajo con un plazo de una semana y media, como máximo.
A los quince días, estaba todo prácticamente terminado, salvo el situar debidamente el chalé en el terreno, cuyo plano topográfico exacto había llegado el día anterior. Don Luis, decidió que no había que demorar más el tema, por temor a posibles arrepentimientos de Don Pascual y por necesidad de cobrar los honorarios correspondientes, por lo que le pidió a Rosa, que le pusiera en comunicación con D. Pascual.
- ¿Oiga Mesón Pascual? Ah... Ciriaco, ya reconozco tu voz. Soy Don Luis Pernada, desde Madrid. ¿Se puede poner tu suegro? Ah ya... de reunión municipal... vale. Pues os llamo para comunicaros que está todo dispuesto y que nos hace falta que se venga por aquí, para que nos eche unas firmas y vea el proyecto...Ah vale, pues cuando regrese, que nos haga una llamada y se ponga de acuerdo con Rosa, ya sabes, mi secretaria, para que fijen día y hora aquí en mi estudio y rematar el tema...- Ah y que no se olvide del talonario, pues los gastos ya van subiendo... ¿Cómo sigue todo por ahí ?.. – Bueno, bueno, no os quejéis... estoy seguro que os estáis forrando. Yo ya hago una buena propaganda por aquí entre mis amigos. Un abrazo.
Colgó el teléfono y se volvió hacia su secretaria que se estaba limando las uñas disimuladamente.
- Bueno Rosa, En cuanto nos firme el talón el Pascual este, ese fin de semana habrá que acercarse al pueblo, porque Nino querrá ver donde sitúa la oficina de obra, las tomas de agua y electricidad y todas esas cosas que a él le gusta personalmente decidir.
- ¿Tendría que ir yo, también?. Tenía pensado tomarme un fin de semana para ir a ver a mi madre, que ya te dije está algo pachucha, si no te importa, claro -. Rosa, había iniciado un acercamiento zalamero hacia su jefe en el momento en que tras un par de golpes de nudillo en la puerta apareció Pepe, el delineante.
- Con permiso, Don Luis. Tenemos una pega con el emplazamiento del chalé y me gustaría que echara un vistazo.
- Ahora voy, Pepe. Rosa, arregla las cosas como mejor te venga, pero prioritariamente está el tema firma y talón. Cuando llame Don Pascual, arréglalo de la manera mas conveniente...aunque también depende de lo que Don Saturnino piense al respecto.
- No se preocupe Don Luis. No hay problema por mi parte.
Seguido por Pepe, Don Luis se dirigió a la mesa de este y se inclinó sobre la pantalla. – Vamos a ver. ¿Qué es lo que pasa aquí?.
Pepe, se sentó un momento frente al ordenador y manejando el ratón y unas teclas, apareció el terreno con una superposición en otra capa, de la planta. - Mire Ud. Don Luis, teniendo en cuenta las curvas de nivel, no nos encajan bien los escalones que tenemos. Es decir salen a la contra. Tendrían que subir en lugar de bajar. El porche, nos queda al Norte en lugar de al Sur y el garaje está en la parte alta. Además del tema de las rocas estas, que nos caen en parte dentro de la casa, aparte de que nos cargamos el sauce y... el saneamiento también nos viene a la contra.- y mientras le explicaba todo ello, iba deslizando la planta por el terreno en todos los sentidos.
- ¿Estás seguro de trabajar con la misma escala?. Vamos ver... déjame que piense un momento... ¿no puedes hacer una reducción de toda la casa, por ejemplo, de mas o menos un 10 %? Ah y además, invierte el sentido de la planta 180º... Prueba a ver.
Pepe, volvió a manejar el ratón, introdujo unas cifras con el teclado y apareció una nueva planta ligeramente reducida y en sentido contrario, que movió nuevamente por el terreno. – Bueno, parece que algo se arregla, pero seguimos con una pequeña parte de las rocas dentro.
- Nada, nada. Así vale. Elimina algunos peldaños. El saneamiento lo bombearemos y volaremos parte de las rocas, pero de eso se informará en su momento, después de firmado el talón.- y volviéndose hacia un lado, continuó. - Ya lo sabes José Manuel. Tenlo en cuenta para después meterlo en el capítulo de precios contradictorios pero sin que cambie nada del presupuesto, con respecto a esa reducción. Tirar para adelante y sacar copias de todo hoy mismo.
- Es Ud. un genio Don Luis. No se me había ocurrido esta treta de la reducción y la inversión y eso que no sabe nada de ordenadores...
- Nos es treta, Pepe. Es técnica, práctica, ingenio y sobre todo es eficacia crematística. Con esta mierda de chalé, pierdo dinero si lo contempláis demasiado y por otra parte, estos gañanes no tienen, ni saben otra manera de gastarlo y seguro que, al final, hasta presumirán de lo que les ha costado.
- Tiene Ud. razón Don Luis. El que sabe, sabe.
Don Luis, no demasiado halagado por el peloteo, se dirigió a su despacho y ante la puerta, en voz algo más fuerte, se volvió hacia el gabinete. -¿Os dais cuenta, de que de cualquier manera, tengo que estar yo en todo?
Pepe, asintió con la cabeza mirando a la pantalla, al tiempo que emitía un tenue silbido indefinido. Rosa desde su cercana mesa, miró a José Manuel. El arquitecto técnico, tras ver que Don Luis desaparecía de su vista, hizo un gesto de burla y mirando a Rosa, con la mano derecha en alto, adelantó los dedos índice y meñique.
Al fin, al jueves siguiente, a las 11 en punto, tras haberlo acordado por teléfono, Don Pascual, llamó a la puerta del estudio. Rosa, que ya llevaba ropita de Primavera avanzada, al acudir a la llamada, desabrochó un botón mas de su corta blusa y se bajó un poco los pantalones, ampliando la zona visible de estómago. Nada mas abrir la puerta, le dedicó una amable sonrisa.
- Caramba Don Pascual, que guapetón viene hoy. Pase, por favor. - Don Pascual, traje oscuro, camisa de rayas y corbata discreta, pasó al vestíbulo. En la mano llevaba una bolsa de plástico y tenía el rostro algo sudoroso y encendido, por lo que no se notó demasiado su sonrojo al ver a la exultante y exuberante secretaria, cuyo ombligo parecía atraerle de manera especial.
- Esto es para Ud., por amable y por guapetona.- dijo sacando una caja de cartón de la bolsa. – Son esas galletas, que hacen las monjas del convento cercano a Cerrillo..., y como aún tiene buen sitio para meterlas...que le aprovechen. Para Don Luis, he traído un par de botellas de cosecha particular, que tiene más de 20 años de reserva.
Rosa tomó ambas cosas agradeciendo el detalle y pidió que la siguiera, dando unos pasos de tipo modelo que aprendió de Sony, seguida por el sofocado Don Pascual con los ojos clavados en su trasero y balbuceando un “buenos días”, escuetamente correspondidos por los dos colaboradores, aparentemente enfrascados en sus respectivos ordenadores. Al indicarle Rosa el despacho, soltó un carraspeante “con permiso”, ante un Don Luis con camisa de cuadros y pantalón de pana, que se había levantado al verlo ante la puerta.
- Adelante, adelante amigo Pascual. Caramba que puntualidad más europea y de agradecer- saludó con voz un tanto impostada, alargando su mano derecha y palmeando el hombro con la izquierda.- Siéntese usted ahí mismo – y le señaló hacia unas modernas butacas bajas, de cuero y acero, de diseño especial, situadas a un lado de su mesa.
Don Pascual, miró el asiento y se dejó caer en él, mientras su chaqueta casi hacía estallar un botón por el esfuerzo y el cuero rechinaba y se adaptaba a su contorno.
Pitillos y copas de vino servidas por la sonriente Rosa, dialogo sobre la circulación y comentarios sobre el buen color de Don Pascual, que a su vez alaba la juventud de Don Luis.
- Pues no se crea amigo Pascual, que ya le llevo algunos años. Lo que pasa es que aquí en Madrid, en cuanto puedo, hago por las mañanas un poco de footing por el Parque del Oeste, que me queda al lado de casa y eso me mantiene en forma.
Don Pascual, le recuerda que él se patea el campo más que una hormiga y que su buen color, es de camisa “pa fuera, pues el cuerpo es blanco como la nácar”.
Terminados los prolegómenos, Don Luis, le indica a Rosa que vengan el delineante y el aparejador con la documentación completa. Cuando aparecen ambos, Don Luis, les presenta con cierta pomposidad.
- Este es Pepe, el mago del ordenador y que interpreta mis croquis y diseños como nadie. José Manuel, aparejador que se ocupa de la parte económica y técnica, que sabe mas que los libros sobre las mil peripecias que hay que resolver en un proyecto como este y que y le digo en confianza, tal como están las cosas hoy día, un chalé, da casi mas trabajo que un rascacielos... y no le digo nada si nos tropezamos con un constructor de esos retorcidos, que no entiende los planos. Le traen a uno de cabeza... pero todo se arreglará, pues aquí tenemos una buena organización y estamos para que todo el mundo se quede contento, aunque se gane menos. Pasemos a ver el proyecto.
Mientas Don Luis estaba hablando, Pepe había ido colocando ordenadamente sobre la mesa, varios grupos de carpetillas con planos y documentos. José Manuel, cambiaba la mirada del el techo al suelo, conteniendo el ligero cabreo que le producía Don Luis, cada vez que le presentaba como aparejador, en lugar de arquitecto técnico, que es como le gustaba. Con unos papeles en la mano y apoyándose en una y otra pierna, carraspeó al hacer su entradilla.
- Para no hacerle perder mucho tiempo, es mejor que firmen primero toda la documentación y ya luego se queda Ud. con Don Luis, que le explicará todo detalladamente. Este ejemplar es para Ud. para que se lo lleve y lo vea tranquilamente en casa.
Al ver que Don Luis, había empezado a trazar rápidos rasgos en los documentos, Don Pascual intentó levantarse, consiguiéndolo a duras penas, gracias a que se agarró firmemente al borde de la mesa, tras ponerse del color de la amapola temprana. José Manuel, ofreciéndole un rotulador de punta fina, le indicó el lugar en donde debía firmar y a la primera y apretada rúbrica rizosa que hizo Don Pascual, se rompió la punta.
- ¡Joer ¡ Me he cargado la pluma... y es que como yo estoy acostumbrado al “boli”...
Rosa le proporcionó rápidamente un bolígrafo al abochornado Don Pascual, que continuó firmando los documentos que le ponía delante José Manuel, sin poder echarles una mirada, puesto que se le iban acumulando los papeles y documentos, mientras Don Luis, prácticamente ya había acabado.
- Nunca había firmado tantos papeles, ni siquiera en el Ayuntamiento... y a propósito, ¿no les tengo que hacer algún talón?
Ambos técnicos se miraron de frente y se hicieron seña de dúplex altos. José Manuel, respondió muy reposadamente.
- Mire Don Pascual, entre estos últimos papeles que ya ha firmado usted, está este resumen, en el que hemos especificado todos los gastos habidos hasta el momento. Gestiones, permisos, tasas, licencias, tramitación, gestorías, etc. y los honorarios facultativos. Para que no haga tantos talones, es mejor que haga uno solo por el total y nosotros ya haremos la liquidación correspondiente.
Don Pascual, cogió la hoja, la miró de arriba abajo y al final movió la cabeza de un lado a otro, pero sin decir palabra, sacó de su chaqueta un talonario y lo fue rellenando pausadamente, comprobando las cifras. Finalmente estampó firma, con rúbrica y dos puntitos, cortó el talón y se le entregó a José Manuel, dirigiendo la mirada a ambos, en señal de aprobación y dejándose caer muy lentamente en la acogedora butaca, que le dedicó nuevas y quejumbrosas protestas.
- Joer ¡Pues parece que la cosa ya ha subido bastante y todavía sin poner un ladrillo....
- Ya sabe Ud. Don Pascual – cortó rápidamente Don Luis. - que hasta para morirse, hay que gastarse un pastón... No va a escatimar unas pesetas, para poder vivir cómodamente...- y dirigiéndose hacia el aparejador, con cara que ocultaba su satisfacción, mientras desplegaba unos planos, continuó.- Pues entonces José Manuel, ingresa hoy mismo el talón y liquida los gastos, que ya me quedo con Don Pascual para explicarle todo el proceso a seguir.
José Manuel, se despidió de Don Pascual, estrechando su mano y anunciando verle pronto en la obra. Don Luis, tomando una de las carpetas, empezó a sacar planos.
- Mire usted, este el plano de situación general, que tiene menos interés, en el que está situada la casa, garaje, accesos, etc. Aquí ve usted el pozo y el sauce, y en este lado de aquí, cerca del porche, le hemos proyectado una barbacoa de esas tipo americano. Esta es la planta de movimiento de tierras, excavaciones, etc.. y este otro el de cimentación, soleras, forjados con la estructura y todas esas cosas. En la planta general, podrá ver que hermosura de salón con la chimenea y su frente de librería, el comedor bien amplio, la cocina y los baños, que son de película, además de las dos espaciosas habitaciones y armarios empotrados abundantes. – Don Luis iba desplegando un plano tras otro planos, con celeridad y mostrándolos desde su mesa, mientras Don Pascual, estiraba el cuello, casi perdiendo la estabilidad y apoyando los brazos como podía en la butaca, trataba de enterase de algo.
- Aquí tenemos también estos otros planos, con la memoria de carpintería, estos otros con las instalaciones, fontanería, saneamiento, electricidad con todos los puntos de luz, enchufes y todo esto, que es algo complicado de ver. Mire usted que sección y que alzados mas bonitos, hasta con el detalle de la parabólica y el pararrayos... Pavimentos, alicatados, pintura, calidades... todo está aquí especificado y explicado con detalle. Le vamos a hacer una magnífica casa por solo 42 millones. Así trabajamos aquí. Le hemos hecho un hueco entre nuestros compromisos pendientes, con todo el interés y rapidez y... ya comprenderá usted, amigo Pascual, que todo esto, con muchas horas de estudio, dedicación, cambios y reuniones, casi lleva más gastos que beneficios.- remató finalmente, cerrando la carpeta.
- Desde luego Don Luis, hay que ver la cantidad de dibujos y rayas que ha hecho usted, aunque no entiendo la mayoría. Cuando hice mi mesón, no me dieron más que dos o tres papeles con los materiales y la mano de obra... pero, ¿cuanto tiempo calcula que va a llevar la obra esta?
- Mire Don Pascual, no le puedo dar una fecha exacta, porque es imposible. Aún tenemos que tomar algunas decisiones con respecto a encontrar un buen constructor, que nos marque plazos y precios y compaginar todo con nuestra agenda de trabajo que está muy cargada.
- Yo me podría ocupar de buscar unas cuadrillas por los pueblos del concejo, que hay bastante paro, y ajustarlo allí, como hemos hecho otras veces.
- Hombre, Don Pascual, no me va usted a joder al final este proyecto... que esta casa está proyectada con calidad... y no me va a meter a unos cualquiera, con todo el esfuerzo personal que hemos hecho por ella.... Yo ya tengo en mente un buen constructor, de lo mejor de la Comunidad de Madrid, Don Saturnino Peláez, de Construcciones Sapel... lo que pasa es que es un hombre muy ocupado y también tiene que encajar su tiempo y elaborar su programa. Yo le prometo que dentro de unos pocos días, nos acercaremos los dos por el pueblo y ya remataremos todo.- Con estas palabras, Don Luis se levantó de su asiento anatómico, en el que últimamente había estado reclinado hacia atrás.
- Serán bien recibidos por allí, que yo también sé corresponder, a mi modo. – contestó Don Pascual levantándose con la carpetilla de planos en la mano, pareciendo que ya la había cogido el truco al asiento. -...y a propósito, que le he dejado a la señorita un par de botellejas de un buen vino, sin marcas ni polvos, para usted, para que siga conservando ese buen aspecto.
- Pues también a su salud lo tomaremos, amigo.
Ambos salieron del despacho y Don Pascual, despidiéndose del delineante y de José Manuel al pasar, buscaba con la mirada a Rosa, que ya estaba esperándolos en la puerta. Cuando iba a darle la mano, ella se agachó ligeramente y le dio un par de besitos en las mejillas, con la correspondiente sorpresa y sofocón del receptor.
- Muchas gracias, Don Pascual. Es usted un encanto.
- Uf... que mas quisiera.... me gustaría....espero volver a verla también a usted por el pueblo, que...Uf... ¡que le levanta a uno... la moral, caramba ¡
- Huy... no creo... Mi sitio esta casi siempre aquí en la oficina. – respondió ella con voz tristona.
- Ya se verá, ya se verá...- intervino Don Luis, añadiendo con tono burlón. - ya le darás el gusto a Don Pascual... alguna vez.
Don Pascual, se sintió avergonzado al parecer evidenciarse sus ardores. Dijo apresuradamente “Adiós, adiós” y salió a paso rápido hacia la calle, sin volver la mirada.
Cuando Rosa, aguantando la risa, cerró la puerta, Don Luis, le hizo una tenaza en una nalga y le dijo en voz baja: - Cada vez te vas perfeccionando mas en el arte de la seducción...Este se va a tener que desfogar hoy con la parienta, porque lo has dejado mas salido que un seminarista. –
- Supongo que nosotros también lo celebraremos... de alguna manera, ¿no?.- inquirió ella con voz mimosa, pero zafándose de la mordaza.
- No te preocupes, que a partir de hoy habrá tajada para todos...


LA ESCABECHINA COMPARTIDA

Cuando dos meses después, se iniciaron las obras del chalet, Don Pascual ya casi se había olvidado hasta de la figura de Rosa. Había realizado numerosas llamadas al estudio de Don Luis pero no había logrado nunca conectar directamente con él. El aparejador, en una ocasión, le comunicó que habían aparecido “impedimentos técnicos transitorios” y sin embargo un buen día a primeras horas de la mañana, se presentó en el pueblo con una furgoneta en la que venían cuatro personas mas. Preguntaron por Don Pascual y le explicaron que iban a proceder a situar definitivamente la casa en el terreno. Acompañados por unos cuantos mirones del pueblo, se fueron al terreno y empezaron a cavar estacas, poner cuerdas y pintar rayas con cal en el suelo. Finalmente, dejaron un cartel que ponía “Aquí construye SAPEL”. Acabada su misión, se fueron al Mesón Pascual y se quedaron a comer los cinco, diciéndole al final a Ciriaco que abriera una cuenta especial a partir de entonces, con motivo de la obra.
Dos días después, apareció una pequeña caravana de vehículos, entre los que iba un camión con una pequeña excavadora y una hormigonera. Otro camión grúa, portaba una caseta metálica, un grupo electrógeno, diversas herramientas y material y finalmente, un todo terreno con personal de la constructora. Ese fin de semana quedó todo montado en la obra y al ver tanta eficacia, Don Pascual, se había creído, tal como el encargado de obra le aseguraba, de que aquello lo hacían en dos patadas y ya estaba convencido de que en poco tiempo tendría su casa.
Los primeros problemas surgieron con la cimentación, que estuvo parada más de un mes, a causa de los permisos para la adquisición de la dinamita, amén del papeleo y beneplácito de la Guardia Civil. Posteriormente al proceder a la voladura y a pesar de los avisos y de las precauciones tomadas, a causa de una imprevista fisura de las rocas, parte de estas se desviaron a una casa cercana, destruyendo un corral, matando a 5 gallinas y 4 conejos, amén de la rotura de unos cuantos cristales y tejas, lo que le costó a Don Pascual un disgusto y un enfrentamiento con el intransigente y envidioso vecino además de pagar con exceso los desperfectos.
Por no atreverse a hacerlo antes, a los 10 meses, también tuvo problemas con el contable de la empresa, para el cobro de las comidas de los obreros y los adheridos incontrolados, incluidas la fiesta de la puesta de bandera, puesto que habían consumido numerosos extras de comida, bebidas, tabaco y otros caprichos que excedían en más de 500.000 Pts. de lo concertado.
Don Pascual, todos los meses recibía de ese contable, unas certificaciones de obra que le parecían un galimatías, en las que estaban incluidos los honorarios del arquitecto y del aparejador y que él pagaba sin protestar. Don Luis solamente visitó la obra en dos ocasiones, una de ellas a la puesta de bandera, con lo que no hubo casi momento propicio para expresarle sus quejas y la otra en visita fugaz, en un día, que casualmente, Ciriaco le había advertido que no estaba Don Pascual. El aparejador, estuvo también dos veces, pero como era hombre de escasas palabras, lo poco que le explicó a Don Pascual, lo había hecho enseñándole planos, estadillos y cifras incomprensibles, asegurando que todo iba por la vía normal y que el mal tiempo, las subidas de precios del mercado y algunas dificultades técnicas, habían ido alterando ligeramente los cálculos iniciales.
Realmente tardaron 14 meses mas en terminar y los 42 millones presupuestados se fueron “justificando” con diversos gastos imprevistos, llegando a pasar de los 56, pero en este periodo de tiempo, los sucesos acaecidos, fueron minando la aparente cachaza de Don Pascual, hasta llegar a producirle una grave crisis nerviosa que le ocasionó una obsesión tal, que tuvo que abandonar sus obligaciones como alcalde pedáneo. Por recomendación médica, se pasó más de un mes, junto con su Remedios, en Benidorm, en donde los primeros días padeció de un problema de piel a causa del sol, seguida de una afección digestiva que le produjo constantes diarreas. Por compensación, su mujer, alejada de perolas y sartenes por primera vez en su vida, disfrutó del ocio plenamente, adquirió un buen color, y como no le gustaba la comida, disminuyó su peso, con lo que consiguió mejorar considerablemente su problema de varices. Don Pascual, una vez superadas sus indisposiciones y dejándose llevar por el ambiente, se hizo un adicto al Bingo por las noches y por el día se daba grandes paseos por la playa, lo que le proporcionó también un magnifico color de indio Cherokee, alegrando sus ojillos tras unas gafas de sol, con la contemplación de tantas Rosas y de la abundante exhibición de pechugas, ombligos y culos, logrando olvidarse casi por completo de su aborrecida obra.
Con unos cuantos kilos y pesetas menos, regresaron al pueblo, al comunicarles que la obra estaba a punto de terminarse y también que la Martina, estaba preñada. Cuando al día siguiente de la llegada, Don Pascual, con mi poca ilusión se acercó a la casa, al principio y desde lejos, le sorprendió agradablemente su aspecto, pero a medida que se iba acercando, la visión del entorno, le fue produciendo una serie creciente de sobresaltos, de manera que su morena cara, se fue tornando blanca de forma tal, que su yerno y el encargado creyendo que le iba a dar un pasmo le hicieron sentarse en una carretilla con sacos de yeso.
- ¿Pero que coño habéis hecho aquí...?. La madre que me parió... El terreno esta lleno de hoyos, papeles, plásticos y pegotes de cemento... Me habéis jodido dos encinas... y el sauce... ¿como cojones habéis arrimado tanto la casa al sauce? Además... eso no es una poda, es un destrozo. Y el pozo... tiene el agua con espuma y huele a demonios...
El encargado, hombre acostumbrado a estas reacciones, le fue calmando, asegurándole que en 48 horas, se quedaba todo limpio y recogido y que se llevarían hasta la caseta. Su yerno, nervioso, le animaba a que viera la casa, que ya estaba terminada y limpia y que además le habían comprado una cama para su alcoba y un sofá con dos butacas para el salón. Decía que la Martina, estaba como loca, de lo bonita que era y que todo el pueblo había pasado por allí...
- Piense usted, suegro, lo felices que van a estar aquí, cuando el nieto vaya correteando por el jardín en lugar de andar en el bar... y las partidas de mus que se va a echar bajo el porche ese...
Cuando ya más calmado, Don Pascual paso a ver el interior de la casa, fue mirando todo con una actitud un tanto indiferente, sin hacer comentarios, viendo como su mujer y su hija, pasaban de una habitación a otra, alabando el tamaño, los armarios empotrados y sobre todo el baño principal anexo al dormitorio, con una bañera jacuzzi, lavabo con pedestal, grifos monomando, además de un espejo ahumado de mas de dos metros. La cocina, que parecía un anuncio de Mister Propper, con azulejos y suelos superbrillantes era casi de mayor tamaño que la del mesón. Y el inmenso salón comedor, a un nivel mas bajo que el resto de la casa, en un costado, tenía un gran empanelado de madera barnizada, con vitrina, baldas, chimenea y una hornacina para el televisor.
Nada hizo cambiar el semblante de Don Pascual, ni siquiera el entusiasmo de su familia. El hombre sencillo y llanote se sentía avergonzado, desplazado, engañado y desilusionado. Al salir, solo hizo un comentario breve con un gesto despectivo.
– Esta es una mansión para un marqués, no para un rústico mesonero.
Una semana después, la empresa constructora limpió el terreno de escombros y restos, hicieron caminos y pasos con canto rodado, y hasta dejaron cubierta de grama toda la parte ajardinada. El último día, volvieron camiones y furgonetas y retiraron herramientas, materiales, cartel y caseta de obra y a media mañana, aparecieron el aparejador y el contable con los certificados de terminación de la obra, algo avergonzados y justificando la ausencia de Don Luis, por motivo de un viaje inesperado, aunque ambos sabían que había sido por el temor a enfrentarse con Don Pascual. Este, en la encimera de la cocina, firmó el talón de los últimos gastos que le presentaron como finiquito y liquidación, con los ojos irritados del enojo y por las sucesivas oleadas de abono mezcladas con los de barnices y lacas.
- Todo se ha acabado ya, ¿no?... pues a partir de ahora... “a tomar pol culo”...borrón y cuenta nueva... y el que quiera comer en El Mesón Pascual, va a pagar hasta los palillos... ¿Entendido? Ea pues. ¡Con Dios!
Contable y aparejador, se miraron en silencio, cogieron el talón y los documentos y se dirigieron al automóvil, sin volver la cabeza, con una cierta actitud de suficiencia para disimular el desplante sufrido. Ya dentro del auto, el arquitecto técnico pensó en hacerle un corte de manga a Don Pascual, pero pisó el acelerador a fondo, cuando vio que éste, pareciendo haberle adivinado su pensamiento, estaba muy cerca con un buen pedrusco en la mano.
Hasta pasada más de una semana, no empezaron a trasladar muebles y enseres a la nueva casa, aunque Doña Remedios y La Martina calladamente, había ido colocado algunas cortinas y cacharros de cocina. Cuando ya estaban viviendo de hecho, se fueron dando cuenta, de que su mejoría de calidad de vida, era cada día más dudosa. Ya habían empezado los calores y, dada la extraña disposición de la casa, el porche no quitaba sol alguno, pues estaba orientado hacia el Nordeste. Por el contrario, las habitaciones, recibían todo el sol del mediodía y poniente y se convertían en un horno. El pozo, seguía oliendo cada vez peor, sin recuperar su nivel y junto con la grama, produjo inmensas bandadas de mosquitos abrasadores. La parte alta de las rocas, se había quedado convertida en gran parte en un pedregal, en donde no había manera de colocar establemente ni una silla. El desmochado sauce, tuvo que ser talado finalmente, porque su cercanía a la casa, impedía abrir las contraventanas de la habitación principal. El sistema de riego automático fue suprimido totalmente, pues su regulación resultaba muy complicada y el consumo de agua, era excesivo.
Don Pascual, acabó lavándose en el fregadero, porque no sabía manejar el grifo monomando y mucho menos la dichosa bañera, que acabó usándose para dejar la ropa de la colada, utilizando la ducha del otro aseo. En el largo salón, los dos escalones de desnivel, bien brillante y pulido, hicieron caer por dos veces a Doña Remedios. La última caída, llevando una bandeja con vasos, le produjo rotura de clavícula y varios cortes en sus delicadas piernas. La hortera y deslumbrante boiserie, con la televisión enmarcada, quedaba muy lejos del sofá y las vistas del porche eran hacia la casa del enemistado vecino,
Cuando vino el otoño, la primera vez que en una fría tarde intentaron encender la chimenea, agotaron cerillas y papel sin poder lograrlo, hasta que se dieron cuenta de que el tiro vertical estaba prácticamente taponado. Dos días después y una vez desatascado el conducto, prendieron al fin papeles y astillas y después colocaron un buen tronco de encina, que fue calentando gradualmente el ambiente. Pero bien, por un brusco cambio del viento o por algunos residuos de barniz pegados al tronco, poco después empezaron a salir intermitentes lengüetadas de fuego y a rebufar humo en gran cantidad hacia el interior de la casa, terminando por abrir todas las ventanas, con los ojos hinchados, después de haber echado apresuradamente dos jarras de agua sobre el fuego, que ya había quemado una parte de la madera, de la parte superior de la chimenea. Los radiadores de la calefacción, si bien resultaban óptimos en las habitaciones, en el salón, dado su volumen, eran prácticamente insuficientes, por lo que Don Pascual, acabó por comprar un par de estufas de butano con ruedas, para no quedarse momificados.


ENCUENTROS Y FUGAS.

Realmente, la única satisfacción que tuvo Don Pascual pasado el tiempo, aunque el negocio del mesón seguía su camino normal, fue el nacimiento de su nieto, que por fortuna vino a este pícaro mundo, sano, hermoso y sin complicación alguna para su madre. Como la Martina se fue a parir a La Paz, en la capital, un día después del nacimiento, Ciriaco se acercó hasta el Pub en donde trabajó tantos años, a comunicarles la noticia a sus antiguos jefes y compañeros. Celebrado el acontecimiento y tras las copas y los brindis, comentó sobre su vida, su negocio y muy poco sobre el tema de la casa de sus suegros. Al hilo de ello, le comunicaron que Don Luis ya no vivía en el piso de encima, que se había separado de su mujer y que incluso había dejado un pufo de unos cuantos miles de pesetas , no solo en el propio bar si no también en el kiosco de las revistas y la administración de loterías.
Parece que el desencadenante inicial fue, que Don Luis, volviendo anticipadamente de un viaje de trabajo, se presentó de manera inesperada en el nidito de amor que le tenía puesto a Rosa, sorprendiendo en él a su unigénito, indefinido, gomoso y alejado hijo Juan Luis Pernada de la Pradera, en concreto y pegajoso contacto a puro pelo, con su nada fiel secretaria, formando cuarteto de cámara con su taimado y habilidoso aparejador José Manuel, perfectamente aparejado en pelota picada con Sony, la modélica lucidora de vistosos trapitos y nada confiable barragana de Don Saturnino Peláez, el Nino. El concierto, interrumpido bruscamente en el momento en que estaban dispuestos a cambiar de pareja, acabó con el consiguiente intercambio de insultos, improperios y amenazas y con los insistentes intentos del imprevisto espectador, de deteriorar los instrumentos de los actuantes.
En los pasos siguientes, más rencorosos y efectivos, hubo escabechina de plumas en los corrales, con suspensión de empleos, despidos y puertas que se cerraban, mientras la bola del cotorreo iba creciendo cuesta abajo, atravesando ambientes dispares y distintos corrillos sociales, hasta que, ya sumamente adornados, llegaron a las alhajadas orejas de Doña Mercedes de la Pradera, quien tras oír las adulteradas explicaciones de su amado y candoroso hijo, disculpó su mala actuación, que atribuyó fundamentalmente a la nefasta influencia genética heredada de su padre Don Luis, el cual, al ser públicamente descubierto en su contumaz línea de actuación, en un espontáneo e inoportuno alarde de sinceridad, tachó a su mujer de fútil, fea, fofa y fría, rematando sus insultos, definiéndola como una papa arrugada sin mojo picón. Doña Mercedes, convictamente herida, cargada de argumentos y aliviada por los calculadores consejos de su director espiritual, decidió romper los frágiles lazos sagrados, poniendo en manos de un prestigioso y ávido bufete de abogados la tramitación de la separación legal del cónyuge y apartándose entre tanto a su casa de El Escorial, hijo y servicio incluido.


Don Luis, vendió el estudio de la Calle de Orense y trasladó su residencia a Ibiza, en donde parece había olfateado un campo bastante propicio para su repugnante manera de ejercer la profesión. Dos años mas tarde, una noche, después de salir del Ku, estaba esnifando con otro colega unas rayas de coca, cuando le dio una especia de pasmo cerebral. Desde entonces, está como una estatua sedente frente a una ventana mirando al mar, con la única compañía de las incordiantes moscas pitiusas y de una hierática enfermera aranesa, que le lee monótonamente la prensa local y le ayuda a acostarse, sin tener la menor intención de proporcionarle otros placeres accesorios.
Su polifacético delineante Pepe, no pudo reclamar indemnización alguna, por tener contrato de dedicación plena en el Ayuntamiento y no haber declarado nunca los sabrosos emolumentos que su segundo trabajo le proporcionaba, aunque consiguió conservar su trabajo de rémora en la administración local.
José Manuel, el arquitecto técnico y aprovechado burlador, experto en aparejos, se dedicó al peritaje de pisos, en una de las tantas inmobiliarias depredadoras que siguen proliferando en todo el país, realizando oportunistas tasaciones y valoraciones engañosas de viviendas de renta antigua.
Don Saturnino, el Nino, hombre endurecido y práctico, encajó bastante bien los acontecimientos y hasta presumió, a su manera, de la notoria fama, aunque según ciertos rumores aventados por las constructoras competitivas y los eternos envidiosos, se había vuelto un misógino repentino y que hasta incluso había perdido parte de sus exquisitas facultades libatorias y degustativas, dejándose ver con bastante frecuencia por ciertos locales nocturnos, en los que los camareros, aparte de servir una comida y bebida de baja calidad, ofrecían esporádicas actuaciones como ”drag queens” ante un travieso y heterogéneo público. Quizás, influenciado por ellas y para superar su oculto complejo de bajito, lleva desde entonces unos zapatos especiales con alza.
Rosa y Sony, formando sociedad y pareja sentimental por haber descubierto sus verdaderas tendencias íntimas, aplicaron gran parte de su experiencia de despacho y cama, principalmente adquirida por las debilidades de sus jefes, para entablar provechosas relaciones con algunos directores de bancos, mas fuertes en economía que en las debilidades de la carne, hasta conseguir el crédito suficiente para abrir una boutique pija en la Calle de Lista, en pleno Barrio de Salamanca, haciéndose fundamentalmente con una clientela de señoras, de esas que trataban de encoger los años a base de estirarse la piel.
Y paradojas del destino... Dª. Mercedes de la Pradera, fue también una cliente bastante habitual de la boutique, llegando a alabar con veneración entre sus gomosas amistades, el buen gusto, decoro y clase de las dueñas, sin llegar ni tan siquiera a sospechar, que su ex marido, las había adorado anteriormente con bastante mas ardor y vesania.


MORALINA FINAL.

En Cerrillo del Pinar, el tiempo pasaba un poco más lentamente que en Madrid y aunque la fama del golpe de suerte de Don Pascual pasó velozmente, sin embargo la de su Mesón fue aumentando poco a poco, dada su buena calidad, precios razonables y el buen trato a sus clientes.
La Martina y Ciriaco, no tuvieron mas hijos, pero vivieron bastante felices. De vez en cuando, entre la clientela dominguera, escuchaban rumores y cotilleos de la Capital, con lo que llegaban a valorar más su tranquilidad y su independencia de las tentaciones urbanas.
Don Pascual y Doña Remedios, poco a poco se fueron olvidando de su sensación de haber sido tan descaradamente engañados y en su sencilla nobleza, ni tan siquiera llegaron a alegrarse, al enterarse de los distintos descalabros de aquellos pícaros ciudadanos.
En un principio pensaron en vender la casa y volver a su antiguo domicilio, pero no resultó fácil encontrar un comprador en aquel alejado pueblo. Decidieron dejar definitivamente el trabajo del Mesón y que sus hijos se hicieran cargo de todo, puesto que con el dinero que les había sobrado y parte de las ganancias que les proporcionaba el negocio, administrado sabiamente, les permitía gozar de una tranquila y desahogada vida. Don Pascual, se fue adaptando a la casa y hasta le acabó cogiendo el truco a la grifería. Doña Remedios, tomó la buena decisión de que todos los años se irían, un mes por lo menos, a Benidorm...
Ambos se sentían felices y relajados, disfrutando de ver crecer a su nieto. Y de vez en cuando, ella aún se encargaba en apañar unas buenas chuletas o unas migas en la barbacoa, para los amigos de su marido que venían a jugar al mus. Con el tiempo, acabaron por instalar, en lo alto del terreno, media docena de colmenas que les proporcionaba una deliciosa miel.

F I N.
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CARLOS RODRÍGUEZ-NAVIA


+Este relato se escribió y terminó en Marzo de 2003.
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